ANALISIS DE CASO....DECISIONES DE VIDA O MUERTE

Posted by renegarcia on 01 Noviembre, 2008 23:51


Ramona Vargas, esposa del jugador de béisbol Yorkis Pérez y residente de Santo Domingo, tuvo que lidiar como nunca con sentimientos encontrados el lunes 12 de noviembre de 2001. Estaba contenta de que su esposo pronto iba a firmar un importante contrato de las Grandes Ligas. Pero estaba triste por la muerte de la abuela de Yorkis y porque él habí­a decidido no hacer el viaje a la República Dominicana para el entierro debido a que su madre le habí­a dicho que se quedara en Nueva York para firmar el contrato, que ella y su hermana lo representarí­an. Fue en ese estado de ínimo que Ramona Vargas, camino al aeropuerto para recibir a su suegra Rosa Pérez de cincuenta y tres años y a su cuñada Johannie de dieciséis, escuchó la noticia.

La noticia era que poco después de despegar del Aeropuerto John F. Kennedy, el aerobús de American Airlines, vuelo 587 con rumbo a Santo Domingo, se habí­a estrellado en un barrio residencial de Nueva York. Según el Listí­n Diario, en el accidente fallecieron 175 dominicanos, que junto con los demís que perecieron dejó un saldo de 265 muertos.

Ante esta terrible noticia los sentimientos de Ramona tuvieron mís razón que nunca para estar en conflicto. Ahora estaba afligida por la inesperada muerte de su suegra y de su cuñada. Pero no podí­a dejar de estar agradecida a Dios por las circunstancias que impidieron que su esposo Yorkis tomara ese vuelo.

En la sala de espera del Aeropuerto Internacional Las Américas de Santo Domingo al que se dirigí­a Ramona Vargas, Gí¼ela Rodrí­guez también sufrió tremendos altibajos emocionales ese lunes. En avanzado estado de gestación, al principio sufrió un cruel descalabro emocional cuando escuchó la trígica noticia. Pero un rato después le sobrevino un ataque de histeria cuando vio aparecer a su madre, Carmen Pereira, y a su hijo Wilson de cuatro años, a los que daba por perdidos porque estaba segura de que ambos iban a bordo de aquel avión. Resultó que su mamí habí­a hecho planes para tomar ese vuelo que partió de Nueva York, pero a última hora habí­a optado por viajar con su nieto en otro vuelo que partió de Boston.1

Ese fatí­dico lunes la muerte tocó a la puerta de Rosa Pérez y de Johannie, así­ como de otros 173 dominicanos y de 90 personas mís como consecuencia del accidente del vuelo 587, y se los llevó. Pero lo cierto es que tarde o temprano la muerte tocarí también a la puerta de los pocos que se salvaron, así­ como tocarí inevitablemente a la nuestra, y no dejarí a nadie sino que nos llevarí a todos, uno por uno. De eso no hay duda. Lo único que estí en tela de juicio es el lugar en que hemos de pasar la eternidad. Mís vale que decidamos hoy mismo preparar el viaje a la patria celestial para vivir eternamente con Cristo

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