El abecedario de inglés ilustrado
Cmparto con ustedes el abecedario en ingles ilustrado en 2 archivos uno en blanco y negro y otro completamente a color para tus tareas escolares.
Obtengalo descargando archivo adjunto.
Prof. René Vidal.
Leyendas salvadoreñas......el cipitio, el padre sin cabeza, el duende.
En tiempos tran modernos en que vivimos es impí²rtante que no dejemos morir nuestras treadiciones costumbres, leyendas, etc.
Nuestros niños deben crecer escuchando leyendas salvadoreñas. no cuentos extranjeros, leamos a nuestros niños material educativo y literario de autores salvadoreños, fomentemos y desarrollemos en eelos la fantasia , pero con lo nuestro.
Adjunto algunas leyendas salvadoreñas, que espero les sean de utilidad
Prof. René Vidal.
EL CIPITIO
Entonces, los reunidos en la molienda, del Patojo Juan, hombres y mujeres, con los rostros serios, se miraban interrogantes entre sí.
De pronto, como surgiendo de un extraño sueno, Beto, el hermano mayor de los hijos del Patojo Juan, medio Boleco de beber chicha y bailar, se dirigió al Viejo Nacho y con elocuentes ademanes esgrimiendo el machete empollerado, le dijo:
¡Achis! oiga Padrino, ese es Chico, ¡ no jodan, vamos a ver que es lo que pasa!
Vamos, dijo el viejo aludido, tirando un salivazo sonoro a dos metros de distancia, y los dos, machete en mano arrancaron en carrera cuesta abajo por la vereda.
Algunos de los muchachos ya habían soltado sus parejas de baile y también corrían decididos, armados de cumas y machetes en dirección a la quebrada.
Los demís, hombres y, mujeres, con palabras entre-cortadas se interrogaban entre si y caminaban curiosos y a la vez medrosos, hasta el borde que formaba la pequeña planicie del patio de baile.
Mientras tanto, allí abajo los que ya habían llegado a reunirse con Chico, se agachaban y atónitos veían el suelo y como perros de caza rastreaban de un lado para otro comparando huellas y calculando distancias.
El viejo Nacho, conversando con su ahijado y Chico, iniciaron el regreso al trapiche y les decía:
Eso no es nada muchachos, sólo son las huellas el Cipitio.
Cuando llegaron al grupo que en lo alto los esperaba, curiosos preguntaban: ¿Qué fué? ¿Qué hallaron? ¿Que vistes Chico?
Abriéndose paso entre la concurrencia, el padrino Nacho fue a tomar asiento sobre un trozo de palo que había estado ocupando el guitarrista y díndole un chupetazo a su chenca de puro, hizo señas a los que lo seguían y éstos haciendo semi-círculo a su contorno, en silencio esperaron a escuchar al Viejo.
Unos, sentíndose en trozos, otros en pedazos de adobe y otros simplemente acurrucados o parados guardaron respetuoso y profundo silencio, atentos expectativamente a lo que el padrino Nacho iba a decir.
Pues bien muchachos, dijo por fin, dibujando una sonrisa con los carnosos labios, que ampliaron su enorme bigotón puntudo, lo que Chico vio allí abajo no es gran cosa. Aquí es muy corriente ver esas cosas. El año pasado, hay estí el compadre Juan que no me dejarí mentir, en varias ocasiones vimos a la Ciguanaba lavando y haciéndonos señales para que fuéramos hasta donde ella; y yo, achís, que miedo le gua tener a su chancha; fui varias veces, la he seguido, pero se me desaparece cuando llego cerca. A yo no me agí¼eran tan fícil. Al cipitío, que es el hijo de la Ciguanaba, si, ya casi lo agarro. Allí mismo donde estín los rastros que Chico halló, una noche como ésta, la luna estaba así merito alumbrando a todo meter, cuando me salí a miar allí al caminito, pués vayan nomís ustedes, el Cipitio estaba con su gran sombrerón encima de un montón de ceniza hartíndose a dos cachetes, hay nomasito, como a dos pisos de yo. Pude verlo muy bien.
El es un cipote así como de unos siete años, chele y barrigoncito. Cuando vido que yo lo estaba mirando curioso, se puso a saltar de alegre y tiraba puñadas de ceniza para arriba como para bañarse. Mencojí un poco
Salto me tiré sobrél, peruel condenado ya estaba del otro lado diun montón de ceniza y ría y ría burlíndose de yo, el muy maldito_
Encachimbado yo, ¡ me propuse agarrarlo !
Entre los concurrentes se oyeron risas y exclamaciones de enamorados agarrados de las manos se estrechaban mís y el guacal de chaparro de mano en mano entre unos y otros que tragos del picante brebaje.
Sorpresa. Los rípido circuló ívidos sorbían
Pués asina fue - prosiguió Nacho, entregando el huacal después de tragar un buche de chaparo, tirar un escupitajo y darle un chupete a la cabulla del mascado uro - como siguiendo al Cipitio, llegué hasta allí abajo.
¿Cren que lo pude agarrar? Nones; es mís íguila que yo. lo jodido fue que cuando llegué a la orilla de la quebrada ya no le vide y fuentonces
jué que senti un escalofrio en todo el cuerpo. Se me puso erizo el cuero
de la piel y se me paro el pelo, y se me aflojaron las canillas. ¿Pero han decrer? ¡el machete no lo aflojaba ni por quién! Entonces miacordé
de la oración que menseñó mi nanita, la finada Nacha, Dios en su gloria la tenga y mordiendo el lomo. del machete recé el Jesus que fuerte vienes . Como por encanto se me quito el miedo y agarré valor para regresar aquí arriba. Ya no trabajé nadita porque estaba prendido en calentura. Todo tembeleque, haciendo un esjuerzo, me sampé una horchata de cigí¼apate y miacosté allí cerca de los hornos. Eran como las doce de la noche. Aquí estaban casi todos los muchachos, pero yo para no meterle miedo nada les dije. ligérito, ligerito me dormí, pero en la mañanita que acordé ya todos siabían echado a dormir y entonces, sentado sobre el costal que había puesto de pepeishte en el suelo, vide a mi alrededor. Eran icachimbazos! de rastros finitos de los piecitos del Cipitillo, que en lo que yo estaba dormido, el muy condenado se dió la grande bailando y dando vueltas alrededor de yo.
Nuevamente estando las risas y las exclamaciones de asombro.
En esos momentos llegaron hasta el grupo los que jadiantes venian de alla abajo de la quebrada.
Uno de ellos, con la respiración entrecortada, haciendo grandes esfuerzos, dijo:
Es demís, no se puede ver bien. No pudimos hallar nada.
los acordes de la guitarra y las temblorosas notas de la bandolina rompieron nuevamente el silencio de la medianoche y el baile siguió hasta
la madrugada, cuando el zenzonte almizclero trinaba a los primeros clareos de la aurora, saltando de rama en rama escondido entre los matorrales de la quebrada.
Era el alma del Cipitillo que se burlaba de los bailarines de la molienda.
EL DUENDE
Fue un caso muy sonado el que sucedió a una joven de nombre Graciela, cuando tenía 16 años de edad. Sus facciones delicadas reflejaban todo el encanto y belleza de las flores de mayo. Su cuerpo todo exhalaba la fragancia exquisita del nardo tempranero.
Aquella boca que por capricho de la naturaleza parecía estar siempre esperando un beso, cuando dibujaba una sonrisa era capaz de enloquecer el mas cuerdo o de curar al mís loco; nunca había pecado en la caricia del óscilo romíntico.
Cuando aquellos ojos castaños claro dirigían sus pupilas hacia algún mortal, él, de seguro deseaba morir en ese mismo instante para quedar definitivamente en el cielo, pues los íngeles no han de tener divino mirar.
El cabello claro, ondulado, sedoso y brillante, mís parecía pedazo de celaje de octubre, haciendo dichoso marco en el angelical rostro de la
Encantadora criatura.
Si el gran Rafael la hubiera visto, indudablemente las vírgenes que pintó hubieran sido mís bonitas.
Toda ella era un bello sueño y su gracia, era tanta que hacia la desgracia de su modesta familia, pues todo el mundo lamentaba, y sin reparos lo expresaba que Graciela viviera en el pobre hogar de sus padres.
En realidad, los padres de Graciela eran sumamente pobres; pobrísimos podríamos decir. Vivían en un maloliente mesón destartalado que estaba sobre la lOª Avenida Sur, media cuadra al sur de la policía nacional, en el mero corazón de San Salvador.
La niña Enriqueta, madre de Graciela, desde que la muchachita tenía doce años, advirtió que su hija era asediada constantemente por los hombres, razón por la cual tuvo que resignarse a que la suerte de la cipota estaba echada; no obstante, como madre de sanos principios religiosos, sentíase obligada a defenderla y guiarla en su maravillosa pero perseguida existencia.
Graciela iba a la Escuela Pública 5 de Noviembre , y era constantemente acechada por los muchachos.
Cuando ella cumplió los 14 años, ya había terminado sus estudios primarios y no pudiendo costearse estudios superiores, pasó a un taller de modas, como aprendiza.
Su vida se deslizaba entre constantes galanteos, pero ella, modesta como era, seguía la vida normal de las jóvenes de su edad y de su época. Así, cuando cumplidos 16 años, comenzó a padecer de la vorígine de pasiones que despertaba en los hombres que la miraban, y desesperada, trató voluntariamente de esquivar el undo y buscó abrigo en las soledades de su inocencia y las cuatro paredes del cuartucho del mesón donde vivía. la compañía fiel y abnegada de su abuela, semi-ciega,a veces la consolaba en su desesperación.
Un día Graciela estaba con su plato de frijoles salcochados, comiéndose sus tortillas con una tira de queso fresco, sentada sobre un banco a la orilla de la desvensijada mesa, cuando de un íngulo inlocalizado, le cayó un terrón de pared en la comida. Ella, sin pretensión ninguna, contó a su abuelita el hecho. Mire, mamita, me cayó tierra en los frijoles - dijo simplemente.
La abuela un poco contrariada contestó: ¡adios madre, todo tiene que sucederte a vos!
Graciela casi no comió y mís tarde, olvido ya el incidente, fue a lavar los trastos de la cena.
Agachada fregando las sartenes, jarros y planos, estaba, cuando volvió a recibir, entre medio de la modesta vajilla, otro terrazo. Aún sin prestarle mayor atención al detalle, terminó sus quehaceres y a la luz del foco de 25 w. se puso a leer una revista, mientras llegaba la hora de acostarse. Estaban en esos momentos cerca de ella; sus padres, su abuelita y una joven vecina. Serían las siete de la noche y era un día martes 7 de junio. De repente, de lo alto del techo cayó a los pies de Graciela otro terrón, que al estrellarse contra el suelo se pulverizó, dejando en el lugar del impacto una especie de estalagmita en miniatura.
El susto fue general, pues el terrón era de regulares proporciones.
¿Quién hijo de.................... estarí tirando? - dijo airadamente el padre de Graciela, que con sus palabrotas no respetaba ni a la anciana madre.
Fue entonces que Graciela narró los dos casos que esa misma tarde le habían acontecido. Como era natural, la familia quedó sorprendida.
¿Quién podrí Ser? Hay que ponerse en cuidado - dijo la madre. Y al cuarto de hora, mís o menos, un grito de Graciela hizo que la luz fuera en el acto nuevamente encendida.
- Papí, papí, alguien me tocó la pierna, - dijo Graciela entre sollozos.
El padre se tiró de su lecho y con un garrote en la mano fue a registrar todos los rincones y debajo, de las camas. Nada encontré - Persígnate hija - encomendó la madre, visiblemente preocupada.
- A la mejor fue alguna rata que pasó sobre vos - dijo el padre, no muy seguro de lo que decía.
Nuevamente apagaron la luz y después de rezar un rosario combinado entre abuela, madre e hija, todo quedó en silencio.
A eso de las diez y media; aunque todos estaban ya dormidos, nítidamente oyeron el golpe de algo pesado y grande que cayó al centro del cuarto. Sin embargo, nadie dijo nada y en atenta espera, quedaron despiertos, como presintiendo algo mís grave. Al momento, oyeron un ruido tan alarmante que obligó al padre a encender nuevamente la luz.
-¿ Qué fue eso? me pareció oír que todos los trastos se habían caido del cajón y que la mesa y las sillas también habían sido volcadas; algo así como una trifulca - dijo el hombre.
- Yo también la oí, pero primero oí que cayó al centro del cuarto algo así como un saco de ladrillos o piedras - dijo Graciela.
- Sí, todos oímos eso - aseverí la madre.
Pues bueno, ahí estí nuevamente la luz encendida y todos miraban sin comprender nada y asustados, que en el suelo no habían bultos de ninguna clase y que las cosas estaban en sus respectivos lugares de costumbre.
- ¡A la gran puxa ! esto no me estí gustando nada, dijo el papí de Graciela, tenemos mís de nueve años de vivir aquí y nunca había sucedido nada semejante. ¿Qué diablos pasarí?
- callíte niño, no mencionés a ese animal; mañana vaya confesarme y a
contarle todo al cura - dijo la ancianita.
Hasta después de pasadas las doce de la noche, las personas de aquella casa pudieron entrar en sociego. Al día siguiente, temprano, Graciela se levantó, igual que de costumbre y se dirigió al baño.
Aquella mañana, el agua de la pila estaba, a diferencia de todos los días, sin el frío agresivo del hielo de la noche; por el contrario, estaba tibiecita, agradable y con olor a rosas frescas. _
La moza comenzó a bañarse y cuando estaba pasíndose el paste por las piernas, notó cinco parches morado-verdosos, a manera de marcas que tenia sobre el muslo derecho. Eran las huellas de la invisible mano que la tocara la noche anterior.
Desde aquel día, todas las horas de su vida, en todas partes, sentía la presencia de alguien que la espiaba constantemente.
Si estaba leyendo, al terminar la pígina, un aire suave le daba vuelta a la hoja, si iba a tomar agua, encontraba el vaso ya servido; si iba a dormir, oía músicas suaves, arrulladoras; al despertar, sentía olores agradables; en fin, por todos lados sentía la presencia de alguien.
La abuelita se confesó y comulgó. El cura de La Merced le dió agua bendita y a Graciela le colgaron escapularios y medallas en el pescuezo y en las cuatro esquinas del cuarto echaron agua bendita.
Sin embargo; Graciela y su familia siempre oían ruidos, veían moverse los objetos, sentían olores, les apagaban la luz, les tiraban piedras y les tocaban el cuerpo, de noche, en lo oscuro.
La vida se les tornó imposible.
En tan desesperante situación, consultaron el caso a la comadre Juancha; la mujer del zapatero que vino de Olocuilta.
Se lo consultaron, con la recomendación de que no lo fuera a divulgar, porque era cosa fea.
A su vez, la Juancha consultó a la ña Toña, pero en confianza; porque pobrecita la chelita, estaba vigiada por los espíritus y no hallaban que hacer con ella.
La ña Toña, en secreto, le contó a ña Paca; siempre en secreto, para que nadie lo supiera; ña Paca, le contó a ña Julia, que tenía gran confianza
con la Lola; también se lo contó en secreto porque la Lola era una tumba para guardarle sus secretos; y así, el secreto siguió el expedito camino de lo confidencial y lo secreto, hasta que todo el barrio ignoró todo, menos el secreto .
La comadre Tomasa, la tortillera y la ña Toña, aconsejaron que Chelita tomara ciertas porciones medicamentosas para alejar de su lado al Duende. Un brebaje de hojas de ruda con siete, dientes de ajo en jugo de limón, era efectivamente un excelente antídoto contra los espíritus, y el Duende que era sin lugar a dudas quien la perseguía, no iba a aguantar aquel olor desagradable, hasta que se aburriera de ella.
- ¡Uh! Dios me guarde, - dijo la Chabelona, ¡Cómo puede ser eso! ¡Cípota tan bonita vaya a quedarse solterona! ¡toco madera!
- Aquí ,dijo la Cheba, sólo yendo a ver al ñor Juancho. El sabe desos volados
En efecto, ñor Juancho sabía que el Duende era un espíritu enamorado que siempre buscara a las muchachas mís bonitas y no las dejaba en paz hasta que les veía algo que a él no le gustaba.
La cura es fícil y sencilla; Graciela sólo tenía que ser desaseada y lo mas recomendable era que fuera a comer al excusado.
Esa misma noche todo el mundo sabía lo Que Graciela tenía que hacer para retirar al Duende y al día siguiente a la hora del desayuno, Graciela agarró su plato con frijoles colados y se fue a sentar al cajón del excusado de foso, y tratando de hacer sus necesidades fisiológicas, se puso a comer, tarareando una canción y aparentando estar a su gusto en la príctica de aquella acción antihigiénica.
Ella sentía la presencia de alguien que la atisbaba y el mal olor del cuartito le provocaba níuseas, pero con todo y el natural repudio a su antinatural acto, allí sentada comió y hasta lambió el-plato.
Varias veces le cayeron tetuntazos en la espalda, pero se hizo indiferente
y cuando ya se disponía a salir del retrete, involuntariamente el plato deslizó de sus manos y ella con movimiento rípido quiso agarrarlo en el aire y logró alcanzarlo en el momento en que con la otra mano sostenía
el papel sucio que acababa de usar. Sin darse cuenta de sus actos, llevó a su boca el papel y entre los labios retuvo aquella inmundicie. En el mismo instante oyó, una carcajada a sus espaldas.
Desde aquel día, Graciela y su familia no volvieron a oír ni sentir ninguna otra cosa que les perturbara su tranquilidad.
El Duende se retiró.
El PADRE SIN CABEZA
Un día, en los diarios por la radio noticiaron que el Sr. Arzobispo de San Salvador, Monseñor Belloso había muerto y que el padre Luis, se había convertido en Monseñor Luis Chívez y Gonzílez, nuevo arzobispo de la diócesis de San Salvador.
Por la muerte de Monseñor Belloso, todo mundo se sentía apenado y triste; pero por la ascensión del querido y respetado Padre Luis de la iglesia de la Merced, todo mundo se mostraba contento. Pues en esos días, en toda reunión era punto de conversación inevitable el asunto religioso. En el taller de mi padre durante varios días no se habló mís que de papas, de monjas, de la Santa inquisición, de las Cruzadas, de Ricardo Corazón de León, de Juana de Arco, de Pío XII, de José María Vargas Vila que no quería a los curas y del Padre Sin Cabeza .
Así, una tarde de junio cuando la lluvia se divertía cayendo Pertinazmente sobre el tejado, la calle, el patio y toda la región del Valle de las amacas, una de esas tardes en que todo parece perezoso, amodorrado, y la penumbra se siente como frío manto que cae sobre todo y lo humedece. una de esas tardes, don Nando, entre puntada y puntada cuando hacía ojales en la pretina de un pantalón, comenzó diciendo:
“¿ y ustedes saben muchachos que de la iglesia del Rosario todos los viernes al filo de la medianoche, del portón mayor sale un padre sin. cabeza! Al salir de atrio agarra sobre la Sexta Avenida, hacia el norte; pasa frente al Popular (donde estí el Cine Libertad hóy, antes estaba el Cine popular), dobla en la esquina del Gimnasio (6ª. C. O. Y 6ª. Av. Nte.). y sigue para abajo. Poco después de media cuadra, desaparece y vuelve a aparecer, entrando al atrio dé la iglesia La Merced; se mira atravesando el atrio y entrando a la iglesia con la puerta cerrada. A veces se mira paseando a lo largo de todo el atrio y subiendo al campanario. Otras veces lo ven pasando por el puente de La Vega; subiendo la cuesta; paseando en el atrio y entrando en la iglesia de La Vega, también con las puertas cerradas.
Según cuenta la gente, a mi no me crean porque yo soy reventa, ese padre es el alma en penas, de un cura que falleció en pecado mortal, sin confesarse, y como había perdido la cabeza por una pasión amorosa, por eso
sale a penar así sin cabeza.
Entre los oyentes estaba un operario a quien le decían Pedro Muñeco y después de escuchar la historia de don Nando, dice: Pues vea don Nando, ese cuento del Cura Sin Cabeza, no es sólo de los capitalinos, a mi me lo contaron en Cojutepeque. y los santanecos dicen que ven un Padre Sin Cabeza que sale de la iglesia El Carmen y después de atravesarse por toda la 1° Avenida y el Parque Central, entra a ,La Catedral, también con las puertas cerradas. Los Viroleños también tienen su Cura Sin Cabeza. Muchas gentes cuentan que hasta de día han visto al Cura Sin Cabeza, andando por las calles de Zacatecoluca, del Departamento de La Paz. Lo mís chistoso es que a mi personalmente me pasó una de esas cosas increíbles, pero ciertas. Yo no soy tan incrédulo y que hasta me burlo de los supersticiosos casi no lo cuento, porque no faltarí quien piense o diga que uno es mentiroso o que se quiere aprovechar de la credulidad de los tontos, Pero ya les digo, lo que les voy a contar es la purita verdad, y ante un Dios que no miento y si miento, que me caiga un rayo y me parta.
En esos momentos, por una de esas absurdas casualidades; por una de esas locas coincidencias que a veces testimonian o parecen auxiliar las mayores patrañas, en el mismo momento en que Pedro Muñeco, terminó de decir, “que me parta un rayo si miento , en lo alto, en el cielo se oyó el terrible estampido de un trueno. i Rammmrnmm! y con violento relampagón, toda la atmósfera se estremeció y vibraron hasta las tejas de las casas que habitíbamos.
El rayo había caído ahí nomís, a menos de media cuadra, sobre el pararrayos de la cúpula de la iglesia de La Vega. Mi madre se persignó, y diciendo Ave María Purísima, cíllense ustedes salvajes, por estar hablando sacrilegios Dios los va a castigar, mejor recen las tres divinas personas de la santísima trinidad sean con nosotros.
Afuera, arreció la lluvia y unos cuantos estampidos mís se oyeron ya mís lejos.
Todos nos miríbamos como alelados; los sastres habían parado de coser y Pedro muñeco estaba libido, tan blanco de la cara, que mís bien parecía de papel. El de por si, siempre andaba despeinado y con el pelo liso parado; un mechón largo, rebelde le caía sobre la ancha frente. Pero en esos momentos, así pílido, los ojos desorbitados, el pelo se le había parado tanto, que mís bien parecía propaganda de película de espantos.
Pasada la fuerte impresión que en todos causó aquella ingrata coincidencia, don Nando fue el primero en hablar: Pues si, maestro Pedro, ¿ Cómo fue la cosa? no se asuste hombre, si esas son bromitas de San Pedro, de su tocayo, para ver si usted es arrecho y nos cuenta la verdad de las cosas, porque si piensa mentir, entonces si, prepírese que la va a pasar mal. Lo mejor es que no cuente mentiras porque justos pagan por pecadores y pudiera ser que al caerle a usted el rayazo, nos lleve de encuentro a todos, ¿ Verdad niña Julia?
El nombre de la autora de mis días era ése y en el Si Pedro, si va a mentir, mejor no lo haga, porque a todos; o no, mejor no cuente nada, vaya a ser que es verdad alguna de sus propias mentiras.
Pedro Muñeco, se había quedado quieto, como petrificado. Pensativo, callado y ni parpadeaba. Un aprendiz llegó cerca de él y miríndolo curiosamente le dijo: ¡ Oy maistró! ¿Usted estí vivo, verdí? y con la mano le tocó un hombro. Inmediatamente, el Muñeco, como saliendo de un letargo, parpadeó sucesivamente, se fregó los ojos con ambas manos apuñadas y después, pasíndose la mano derecha sobre la testa, sonriente y con el rostro nuevamente normal en el color, dijo:
¡ A la picara! i que susto! ¿Verdí muchacho? Bueno, les voy a contar ese voladito tal cual aconteció. Una vez, yo estaba trabajando en el taller del maistro Martínez, en San Vicente; cuando llegó la fiesta. Allí celebraban solemnemente la fiesta de todos Los Santos. Era pues, el día de finados, un síbado, cuando nos pagaron la semana y con otros compañeros nos fuimos a chotiar. Comimos hojaldras con miel, camotes en dulce, tamales y no sé que cosas mís. Ya tarde nos venimos despacito del cementerio chuliando a las cipotas y conversando. Cuando llegamos al parque Central, eran como las seis y media; allí por la torre en un kiosquito nos tomamos la primera cerveza. Tomamos varias cervezas y después compramos una botínica de chaparro y atenidos a que el dos de noviembre era domingo, nos socamos a chupar chaparro con cerveza. Le vaciamos la alforja a un muchacho que clandestin
Video: Porque percibimos los colores
Observe, comente y descargue este video que menciona porque percibimos los colores
Obténgalo descargando archivi adjunto.
Prof. René Vidal.
Ganemos la Arroba de Oro
El llamado es para toa la comunidad educativa nacional a registrarse y participar apoyando el sitio de Mi Portal, NUESTRO PORTAL y de esa manera que se de a conocer mís en todo El Salvador y ganemos La Arroba de Oro.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Todos a participar!!!!!!!!!!!!!
Prof. René Vidal.
LOS PRIMATES Y LA EVOLUCION DEL HOMBRE.
Diversas son las teorias que hablan sobre la evolucion del hombre, tanto evolucionistas como creacionistas, es importante conocer acerca de las dierentes teorias y crear una opinion personal acerca del tema.
Comparto con ustedes un material educativo acerca de los primates y su evolucion para que comiences a tomar interés sobre la temítica.
Prof. René Vidal.
Obténgalo descargando archivo adjunto.
Presentacion en Power Point de los virus informaticos y sus clases
Este artículo trata sobre la definición de los virus informíticos sus clases y como tratarlos.
Adquieralo descargando archivo adjunto.
Prof. René Vidal.
Biografias de importantes revolucionarios
Gracias por enviar sus comentarios y peticiones a: reydi06_@hotmail.com
Atendiendo peticiones de estudiantes de Santa Ana, envio las biografias solicitadas de revolucionarios latinoamericanos y salvadoreños.
Prof. René Vidal.
SHAFICK HANDAL
Nació en Usulutín el 13 de octubre de 1930. De adolescente vio de cerca el levantamiento contra el general Maximiliano Herníndez Martínez y la huelga de brazos caídos que impulsaron los estudiantes. A los 18 años se integra al Partido Comunista, siendo estudiante de Derecho en
Exiliado a Chile y Guatemala por su participación política en las universidades, continúa sus actividades en los movimientos estudiantiles, sobre todo en Chile.
En 1973, es elegido Secretario General del Partido Comunista. Participa en los procesos electorales, pero debido a la frustración por los fraudes electorales, se inclina por la lucha armada.
En enero 1980, conduce al Partido Comunista al proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias de El Salvador, conformando en octubre, con otras fuerzas políticas, el Frente Farabundo Martí para
En 1997 es electo diputado de
Fallece el 24 de enero del 2006, luego de un infarto al miocardio que sufrió en el Aeropuerto Internacional de El Salvador, a su regreso de Bolivia, luego de asistir a la toma de posesión del presidente Evo Morales.
Su ejemplo de entrega a la lucha por una vida digna para todos, no han muerto, vivirí en la lucha de cada salvadoreño y en cada trabajador que se levante por la libertad de su pueblo.