EL PLANEAMIENTO DIDACTICO...CONSIDERACIONES PEDAGOGICAS

Posted by renegarcia on 26 Diciembre, 2006 21:28

PLANEAMIENTO DIDíCTICO

 

El planeamiento didíctico es una actividad que todos las /los maestros debemos realizar año con año, ya que las realidades, los problemas, los tiempos y los alumnos son otros.

 

Es lamentable que nos acomodemos a utilizar la misma planificación de un año anterior, sin tan siquiera leerla y solamente para llenar un requisito, pero sabe usted que funcionabilidad tuvo, que mejoras hay que hacerle?

El planeamiento didíctico es año con año, aun que tengamos el mismo grado ya que son alumnos diferentes.

Mís triste es aun el comprarla en librerí­as, bonitas, estampadas y anilladas pero hechas para otros alumnos con otras realidades y otras necesidades.

 

La planificación debe ser personal, año con año, llevar un registro de las dificultades encontradas e irlas mejorando.

 

PROF. RENE VIDAL.

 

 

 

 

1.      ¿QUí‰ SIGNIFICA PLANEAR LA TAREA EDUCATIVA?

 

En las sociedades actuales, la tarea educativa ocupa un lugar relevante. Incluso, en algunos momentos, se ponen en manos de ella retos que muchas veces superan el ímbito miso de lo que debe asumir la educación, visualizada como parte del sistema social.

 

Sin duda, casi todas las actividades que se realizan para el desarrollo y la convivencia social tienen un componente educativo explí­cito o implí­cito. Por ejemplo, cuando se habla de un paí­s democrítico, se piensa siempre que el fortalecimiento de ese tipo de vida se deberí bísicamente a un proceso educativo que se enclave en los principios democríticos; si se piensa en un paí­s saludable, se asume que la educación es la que propiciarí el desarrollo de las actitudes y los híbitos de higiene y salud adecuados; si se aspira a un paí­s tecnológicamente desarrollado, también se espera que la educación sea la que se encargue de formar los niños, jóvenes y adultos, que podrí­an llevar al paí­s hacia el logro de ese proceso de tecnificación. Como puede observarse, son muchas las expectativas que la sociedad pone actualmente en manos de la educación.

 

Esto ha hecho que la educación se haya convertido en una vivencia social que impregna permanentemente a los individuos y a los grupos socialmente organizados.

 

En su acepción mís amplia, la educación es una experiencia permanente y cotidiana que tendrí mayor o menor impacto en la sociedad, de acuerdo con el proceso de planificación que de ella se realice. Esto implica que es fundamental planificar el proceso educativo, para garantizar el desarrollo de una oferta educativa que llene las expectativas sociales planteadas por el paí­s.

 

Sin duda, si se le da a la educación un rol tan significativo como el planteado en los pírrafos anteriores, no es posible dejar su organización y desarrollo sometido a estrategias y procedimientos que surjan de la improvisación. Por el contrario, es necesario planificar eficientemente la tarea educativa, para tomar las previsiones que permitan una acción futura capaz de transformar la educación en una respuesta efectiva a los retos y expectativas sociales.

 

En este sentido, se considera que la planificación, como método de racionalización de los procesos y los recursos para la preparación de cambios, permitirí introducir reformas sustanciales e incluso cambios estructurales en el proceso educativo. Se visualiza, así­, la planificación como un proceso institucional intencionado y deliberado, mediante el cual una colectividad busca racionalizar recursos, preparar decisiones y llevar a cabo la acción educativa prevista, con óptimos resultados.

 

Parafraseando a Carlos Matus, se define la planificación como un intento de previsión y no de predicción. Así­, la planificación se conceptualiza como un cílculo que precede y preside la acción para “crear futuro”, no para predecirlo. Es prepararse para intentar crear ese futuro imaginado, con base en las posibilidades existentes. Así­, se dice que planificar consiste en hacer caminos para transitar hacia el futuro y no predecir el futuro. En otros términos, la planificación implica el establecimiento de condiciones para el desarrollo de una serie de acciones previamente identificadas y priorizadas, para lograr llenar expectativas e intenciones sociales.

 

En el caso de la planificación educativa, se trata de “hacer caminos” a partir de diversos aspectos, como tipo de sociedad y de persona por formar, tipos de ofertas educativas y curriculares, capacitación de educadores, tipos y niveles de la oferta, propuesta curricular, etc.

 

Si bien el planeamiento de la educación es un proceso que se concibe y desarrolla en forma similar a otros procesos de planificación, es importante señalar algunas caracterí­sticas y principios que le son particulares:

 

­        La planificación educativa debe darse en el contexto del planeamiento global que realiza un paí­s, de su realidad económica y socioeducativa.

­        El proceso de planeamiento educativo debe enfocarse con visión multidisciplinaria, para que confluyan en él los aportes de especialidades como la pedagogí­a, la educación comparada, la psicologí­a educativa, la antropologí­a cultural, la demografí­a, la estadí­stica y la administración.

­        La planificación de la educación realizada en el nivel central debe ser suficientemente abierta y flexible para permitir su actualización y adecuación en los otros niveles.

­        El planeamiento educativo tiene una dimensión polí­tica que se identifica con el proceso de adopción de decisiones del Estado a través de sus órganos legislativos y ejecutivos. En otros términos, esta dimensión es la que permite que las alternativas y los planes preparados por los técnicos se conviertan en polí­tica, orientación y norma de las actividades educativas estatales.

­        La planificación educativa se caracteriza por ser un proceso metódico y permanente de anílisis o diagnóstico de la situación real, para descubrir las necesidades educativas de una comunidad o un paí­s, y determinar acciones y medios alternativos para satisfacerlas.

­        El planeamiento de la educación debe estar abierto a la atención de “imprevistos”. Es decir, debe considerar estrategias que se conviertan en herramientas para lidiar con la incertidumbre, prever posibilidades, descubrir y anticipar respuestas.

­        La planificación educativa debe integrar la dimensión cuantitativa y la cualitativa, en sus interacciones e interrelaciones. En el primer caso, se consideran aspectos como infraestructura, edificios, inmobiliario, finanzas, relación costo-rendimiento, recursos, etc. En el segundo, se toman en cuenta elementos como delimitación de fundamentos, fines, estructura del sistema, planes y programas de estudio, etc.

­        El planeamiento educativo tiende a ofrecer principios vílidos para diversas situaciones concretas: diversos niveles y modalidades del sistema, grupos poblacionales diferentes, etc. Por esto, lo importante es su carícter abierto y flexible, para permitir atender variedad de realidades educativas.

­        La planificación educativa debe desarrollarse con visión participativa; esto es, involucrando distintos sectores de la sociedad y los mís variados actores sociales.

 

Como ya se planteó, al planificar la tarea educativa se toman previsiones para acciones posteriores en diversos campos y en diversos ímbitos. En esta perspectiva, toda acción planificadora ubicada en el sector educativo se convierte, obviamente, en un proceso de “planificación” o “planeamiento educativo”. No obstante, para efectos de delimitar ímbitos y para clarificar el objeto de estudio de esta unidad didíctica, se establece un diferencia entre el “planeamiento educativo” propiamente dicho y el “planeamiento curricular”.

 

 

a)     El planeamiento educativo

 

El proceso de anílisis de realidad, la toma de decisiones y la determinación de alternativas tendientes a llenar las expectativas globales que la sociedad plantea como intencionalidades educativas, constituyen el planeamiento educativo.

 

Se condensa esa planificación en el planteamiento de proyectos, planes y programas relativos a polí­ticas educativas, organización y estructura del sistema o de alguno de sus niveles (preescolar, I y II ciclos, etc.), formación y capacitación de recursos humanos, financiamiento del proceso educativo, propuestas curriculares, etc.

 

Este tipo de planeamiento se realiza en diversos ímbitos y con diferente alcance. Es decir, puede abarcar la totalidad de un paí­s o una región, toda la oferta educativa o un solo nivel del sistema; incluso, puede cubrir una sola institución educativa.

 

De acuerdo con el ímbito y alcance de esa planificación, esta es asumida por diferentes funcionarios del sistema, muchas veces en colaboración con funcionarios de otros sectores o con personas de la comunidad. Así­, si se trata de planes para el ímbito nacional, de acuerdo con la naturaleza de la propuesta, pueden ser asumidas por los funcionarios responsables de las decisiones de polí­tica educativa o por funcionarios de nivel técnico. En el ímbito regional asumirí­an esa responsabilidad los funcionarios de nivel decisorio técnico-administrativo y los técnicos. Si se trata de planificación de proyectos educativos para el ímbito institucional, la responsabilidad recae en los directores y en el cuerpo de funcionarios administrativos y docentes. En muchas oportunidades, esta responsabilidad se comparte con los padres de familia y otras personas de la comunidad.

 

En algunas ocasiones, el docente puede verse involucrado en este proceso de planificación en forma indirecta, especialmente cuando se recurra a él como fuente de información para sustentar, en la realidad, algunas decisiones. Esto implica que este tipo de planificación se ofrece al docente como un marco general en el que se inserta su tarea docente. Mís aún, este proceso de planificación educativa, y los proyectos y planes que de él se deriven, son algo determinante en la labor educativa que desarrollan todos y cada uno de los docentes en un paí­s, una región, una comunidad y una institución educativa.

 

En realidad, la mayorí­a de los proyectos y planes educativos elaborados en niveles decisorios técnicos o polí­ticos son ejecutados por los docentes. Por esto, es fundamental que los educadores reconozcan y asuman el valor del planeamiento educativo como un marco global, general e integrador, en el cual se inserta la planificación, ejecución y evaluación de su tarea curricular o pedagógica.

 

 

b)     El planeamiento curricular

 

Dentro del proceso de planeamiento educativo un sector esencial es la planificación de lo curricular. Este planeamiento atañe a las previsiones para el accionar pedagógico. Es decir, mediante la planificación curricular se convierten las expectativas e intenciones educativas en planes y proyectos que orientan el desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje, en los diversos ímbitos y niveles.

 

Así­, se tiene que en el nivel nacional se planifican planes y programas de estudio, proyectos de innovación curricular, propuestas curriculares para todo el paí­s y para poblaciones diferenciadas: indí­genas, grupos marginales, etc.

 

Asimismo, en el nivel regional pueden planificarse currí­culos diferenciados o proyectos de innovación especí­ficos, para situaciones concretas de cada región.

 

Por otra parte, en el nivel institucional, la planificación curricular comprende tanto proyectos o planes curriculares, planteados por y para la institución como unidad educativa, como los planes didícticos especí­ficos que elaboran los docentes, para orientar la príctica pedagógica con un grupo determinado de alumnos. Esta planificación propia de cada docente, a nivel grupo-clase, es lo que se conoce en nuestro paí­s como el planeamiento didíctico, que constituye el objeto de estudio primordial en este texto. Por esta razón, a lo largo de los siguientes temas se irí profundizando en el anílisis del planeamiento didíctico.

 

En resumen, el planeamiento curricular estí relacionado, fundamentalmente, con documentos curriculares como planes y programas de estudio, el accionar de los docentes, los recursos de aprendizaje, las orientaciones o directrices metodológicas y evaluativas, etc. La precisión con que se planteen esos aspectos, dependerí del nivel de planeamiento de que se trate: macro (nacional), meso (regional) o micro (institucional).

 

El planeamiento curricular hace explí­citas las intenciones del sistema educativo, y sirve como guí­a para orientar la príctica pedagógica. Sin embargo, es importante señalar que, a veces, la escuela ofrece oportunidades de aprendizaje mís ricas y variadas que las previstas en el proceso de planificación. En este sentido, lo importante es formular expresamente las intenciones educativas, pero visualizadas en su carícter flexible; esto para no reducir a ellas la oferta educativa, sino mís bien, manejar esas intenciones como una propuesta que puede enriquecerse.

 

 

c)     El planeamiento didíctico

 

El planeamiento didíctico es el nivel mís concreto de planificación educativa. Se centra especí­ficamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje, y en el nivel de aula, por lo que el responsable directo de su diseño es el docente.

 

Si bien el ímbito de planificación que le es propio al docente es este último eslabón, el nivel de “aula”, es esencial que todo educador comprenda este momento en relación con los niveles mís amplios de la planificación curricular e, incluso, como ya se planteó, con la planificación educativa.

 

Lo esencial es que cada educador asuma su papel de “planificador de currí­culo” en el nivel que le corresponde, pero construyendo ese planeamiento en el marco de los planes mís amplios en que se ubica su tarea, los cuales se operan a través de su príctica pedagógica. Esto implica que cuando un docente realiza su planeamiento didíctico, opera o concreta en él (para un caso especí­fico) la planificación curricular realizada en otros niveles y condensada en los planes y programas de estudio, y en los proyectos curriculares especiales.

 

Es importante que cada educador conciba esta etapa de su accionar pedagógico como un proceso fundamental. Es esta lí­nea, a veces ha existido una interpretación restrictiva de lo que es el planeamiento didíctico, al identificarlo con el documento que elabora cada docente y que, muchas veces, se hace únicamente para llenar las normativas y regulaciones que emergen de los niveles de autoridad administrativa.

 

El diseño mismo o “plan”, como suele designírsele, que elabora cada maestro o grupo de maestros, debe ser el producto en el que se condensan las decisiones y las acciones previstas para el cumplimiento de objetivos curriculares con un grupo determinado de alumnos y en una realidad concreta. Por tanto, el planeamiento didíctico va mís allí de ese producto. Incluye el plantearse y el contestarse interrogantes como:

 

 

­        ¿Qué estí pasando?

Esto lleva a reconocer la situación real, diagnosticando lo que ocurre, las necesidades, las expectativas y los problemas que se detectan.

 

­        ¿Qué se quiere hacer?

Alternativas de acción, que se sustentan en otras interrogantes:

 

«          ¿Por qué se va a hacer?

Origen y fundamentación de la idea.

 

«          ¿Para qué se va a hacer?

Formulación de los objetivos, propósitos y metas.

 

 

­        ¿Cómo se va a hacer?

Actividades y metodologí­as para alcanzar los objetivos, propósitos o metas.

 

­        ¿Con quiénes se va a hacer y a quiénes va dirigido?

Actores sociales, que participarín en su elaboración y destinatarios.

 

­        ¿Con qué se va a hacer?

Recursos, materiales para llevar a cabo la acción.

 

­        ¿Cuíndo se va a hacer?

Ubicación en el tiempo.

 

­        ¿Dónde se va a hacer?

Previsiones para uso del espacio.

 

 

Todas esas interrogantes le clarifican al docente la forma en que se puede desarrollar una príctica pedagógica efectiva. No se trata, desde luego, de contestar cada una de esas preguntas, ni de elaborar un plan o documento curricular que se estructure con esos apartados. Es, mís bien, un proceso de reflexión, que permite al educador clarificar ideas, tomar decisiones y plantear, con un sustento teórico y experiencias empí­ricas adecuados, el plan didíctico que orientarí el desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje con sus alumnos.

 

Al elaborar el plan didíctico, el docente asume como fuente fundamental las propuestas de planeamiento curricular que orientan el proceso de enseñanza y aprendizaje en ese nivel especí­fico del sistema y que, esencialmente, son los programas de estudio; si bien, puede haber otros documentos como perfiles de salida, lineamientos evaluativos, contenidos mí­nimos o bísicos y guí­as metodológicas o curriculares.

 

La forma en que se relacionan el planeamiento curricular y el didíctico depende del carícter de los documentos curriculares y de su nivel de flexibilidad y apertura. Por esto, es imprescindible que el docente conozca muy bien esos documentos. Fundamentalmente, debe tener muy claro hasta que punto los planes, programas de estudio y otros documentos son abiertos o rí­gidos. A veces, esos documentos se elaboran con grandes detalles, y se ofrecen como norma por cumplir; en otras oportunidades, aunque sean diseñados en detalle, se acompañan de procedimientos que permiten y estimulan la introducción de adaptaciones; o, en otros casos, puede tratarse de documentos de corte muy general, que orientan en grandes lí­neas, lo que permite al educador asumir un rol mucho mís significativo como planificador del currí­culo.

 

El docente que comprende a cabalidad la razón y el papel de esos documentos curriculares, que debe concretar a través de su planeamiento didíctico, podrí rediseñarlos, adecuíndolos o contextualizíndolos a su realidad, considerando siempre acciones diagnósticas.

 

Al concretar el planeamiento curricular en un plan didíctico, el docente toma decisiones, y organiza su príctica pedagógica en cuanto a:

 

­        ¿Qué enseñar?

Objetivos y contenidos de la enseñanza.

 

­        ¿Cuíndo enseñar?

Forma en que se ordenarín y secuenciarín esos objetivos y contenidos.

 

­        ¿Cómo enseñar?

Actividades de enseñanza y aprendizaje que se realizarín para alcanzar los objetivos.

 

­        ¿Qué, cómo y cuando evaluar?

Prever las acciones evaluativas, para valorar el logro de los objetivos.

 

Una reflexión final, sobre los planteamientos expuestos en las píginas anteriores, permite afirmar que la planificación del currí­culo es una tarea compleja. Esta no se restringe a la producción de un documento llamado “plan de trabajo”. Por el contrario, esta tarea planificadora posee un alcance mucho mayor y debe ser abordada en su carícter integral. Es decir, comprendiendo y asumiendo las etapas que comprende, y las interacciones que deben existir entre el planeamiento educativo, el curricular y el didíctico.

 

Así­ visualizada la situación, el papel y la responsabilidad de los docentes en el proceso de planificación, requiere que todos posean los conocimientos y las competencias necesarias para ser buenos “planificadores de los procesos de enseñanza y aprendizaje en su nivel de competencia directa: el aula”.

Tal como se ha planteado en este tema, el docente debe estar preparado para asumir su tarea de planificación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, en el marco mís global de la planificación educativa y curricular nacional, regional e institucional. El objeto de estudio especí­fico de esta unidad es el planeamiento didíctico; en este sentido, este material educativo proveerí a los futuros docentes de los elementos teórico-prícticos necesarios para que desarrollen sus competencias como planificadores de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

 

 


 

2.      MARCO POLíTICO-EDUCATIVO DEL PLANEAMIENTO CURRICULAR Y DIDíCTICO

 

Al analizar la problemítica curricular, se ha reflexionado sobre el hecho de que el currí­culo concreta intenciones educativas; estas, a su vez, son reflejo de las intenciones de la sociedad, con respecto a la educación, en un momento histórico determinado.

 

La educación, a través de la propuesta curricular, sirve tanto a fines individuales como sociales, al comunicar y desarrollar en los alumnos conocimientos, técnicas, actitudes, elementos del patrimonio cultural, valores sociales, etc. Este proceso se realiza unas veces en forma implí­cita y otras en forma explí­cita.

 

Lo anterior implica que el proceso de planeamiento y ejecución de la propuesta curricular tiene un sustento polí­tico-educativo, que refleja una serie de decisiones gubernamentales, estatales o de la nación. En estas decisiones se tratan de clarificar las expectativas que la sociedad y el Estado ponen en manos del sistema educativo, para que este las asuma y les ofrezca una respuesta en el nivel institucional y de aula.

 

Estas decisiones pueden presentar formas y contenidos muy diversos: limitarse a la formulación de propósitos y lineamientos generales de acción o establecerlos en todos sus detalles; darles carícter imperativo o simplemente orientador.

 

En términos generales, las decisiones que se toman desde el Estado atañen a asuntos de mucha relevancia (como metas y objetivos por alcanzar, prioridades para la acción, procesos de reforma o innovación pedagógica, presupuesto, determinación de lí­neas de coordinación intersectorial, cooperación nacional e internacional). Es decir, que esta decisiones apuntan hacia una polí­tica educativa, visualizada como un conjunto de decisiones tendientes al logro de objetivos bien definidos y congruentes con las demandas educativas de la sociedad.

 

Es importante destacar el hecho de que en el plano nacional la toma de decisiones, generalmente, responde también a las tendencias internacionales o mundiales. Estas tendencias se discuten y concretan en congresos, conferencias o reuniones, donde los paí­ses asumen la responsabilidad de atender, en cada Nación, algunas intencionalidades comunes. Obviamente, las lí­neas que emergen de este tipo de foros educativos aluden a aspectos muy globales, como igualdad y equidad en la educación, búsqueda de la calidad, educación para llenar necesidades bísicas, etc. Cada una de estas grandes intencionalidades es contextualizada y ejecutada de acuerdo con la realidad especí­fica de cada paí­s.

 

Es esencial que la polí­tica educativa se perfile en forma particular para el paí­s, pero que no se aleje de las expectativas y retos que debe cumplir todo sistema educativo, en el marco de las tendencias mundiales.

 

Si es necesario lograr este engarce con las aspiraciones mundiales, mucho mís lo es el lograr una polí­tica educativa nacional coherente e integradora. Esto implica plantear la propuesta de polí­tica educativa en el marco de la polí­tica global, económica, social y cultural del paí­s. Así­, los objetivos polí­ticos, sociales y culturales fijados por las autoridades superiores de la Nación son traducidos en objetivos educacionales y estos, a su vez, en objetivos y contenidos de aprendizaje.

 

En sociedades pluralistas como las actuales, son múltiples y diversas las demandas de los distintos grupos respecto de la escuela. Esto ha hecho que la oferta se planifique y ejecute considerando currí­culos para poblaciones diferenciadas: grupos indí­genas, marginales, rurales, etc. Asimismo, se han generado polí­ticas fuertes de descentralización o desconcentración, para poder desarrollar propuestas curriculares pertinentes y contextualizadas.

 

No obstante lo anterior, se plantea, en la mayorí­a de los paí­ses de la región, un currí­culo común que se transforma en un puente entre la polí­tica educativa estatal, y la planificación curricular y didíctica que se concreta en las instituciones educativas y en cada una de sus aulas.

 

Mucha de la legislación vigente en materia educativa, en el caso especí­fico de Costa Rica, esta expuesta en la Constitución Polí­tica y otras leyes y decretos particulares para educación. Se condensan en ellas las lí­neas de polí­tica educativa que dan soporte a todo el accionar educativo y pedagógico.

 

El Estado asume su rol directivo en lo educativo mediante la determinación de la polí­tica educativa, en dos aspectos fundamentales:

 

­        La determinación de la programación general de la enseñanza y el aprendizaje en su aspecto cualitativo.

­        El planteamiento, la promulgación y la supervisión del cumplimiento de la legislación requerida en materia educativa.

 

De manera especí­fica, el Estado interviene de esta forma en el señalamiento de aspectos cualitativos de la planificación curricular, como objetivos, contenidos, métodos y procesos de evaluación, y determinación de la estructura curricular misma que se aplicarí al planear la oferta educativa del sistema.

 

Si bien es fuerte la intervención que asume el Estado en los centros educativos, los docentes parten de esos planteamientos generales para programas y concretar las intencionalidades implí­citas en ellos, propuestas didícticas adaptadas a las caracterí­sticas del contexto y de los alumnos.

 

En la perspectiva anterior, el Estado fijarí los aprendizaje mí­nimos para garantizar una formación común para todos los alumnos. Entre tanto, los educadores, en grupos institucionales o individualmente, asumen durante la tarea de planificación curricular y didíctica, la responsabilidad de seleccionar técnicas y procedimientos especí­ficos para el trabajo pedagógico.

 

Según se desprende de lo señalado, el planeamiento y el desarrollo del currí­culo requiere de una etapa inicial de determinación de una concepción curricular y conceptual que oriente el proceso de selección y organización curricular. Esto implica que las decisiones atinentes al currí­culo reflejan una posición polí­tica e ideológica propia del paí­s, tanto en el nivel nacional como en el institucional y de aula.

 

Cuando los funcionarios técnicos en el nivel nacional, y los docentes en el institucional y de aula, determinan lo que se enseñarí y aprenderí, cómo y cuíndo se enseñarí y aprenderí, aplican una serie de criterios que son reflejo, sin duda, de una concepción educativa y curricular particular implí­cita o explí­cita en la polí­tica educativa nacional.

 

Como puede deducirse de lo anterior, el Estado no asume únicamente la determinación de la “cultura” por incluir en el currí­culo, sino también la estructura curricular vílida y pertinente para la inserción de esa cultura. Esto implica que la injerencia del Estado, a través de las lí­neas de polí­tica educativa, sobrepasa el nivel nacional, y llega hasta el planeamiento curricular institucional y de aula.

 

El proyecto curricular nacional (planes, programas de estudio y proyectos especiales, etc.) no se comprende, ni se puede operar, si no se relaciona con los niveles de planeamiento curricular institucional y de aula (planeamiento didíctico).

 

La injerencia de las decisiones de polí­tica educativa en el currí­culo se prolonga hasta el centro mismo del trabajo de las instituciones educati

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