UNA MELODIA DE REDENCION... ANALISIS DER CASO
UNA MELODíA DE REDENCIí“N
Un colono europeo llegó con su familia a poblar el antiguo oeste norteamericano. Su esposa murió cuando la menor de sus dos hijas tenía apenas un año, así que la mayor lo ayudó a cuidar con sumo cariño a la hermanita. La pequeña era el orgullo de su padre. Era una criatura hermosísima, de cabello rubio y de ojos azules como el cielo.
Cerca del colono había una tribu indígena que tenía por cacique a un poderoso guerrero llamado Serpiente Rastrera. í‰ste odiaba a los blancos debido a que había sido objeto de su prejuicio racial. Una tarde, cuando el colono regresó a la casa de su trabajo en el campo, su hija mayor salió a su encuentro, deshecha en llanto. El cacique Serpiente Rastrera había llegado con algunos de sus hombres y había secuestrado a la pequeña rubia, que ya tenía cinco años de edad.
Pasaron catorce largos años en que el desconsolado padre buscó en vano a su hija, hasta que un día un viajero le contó que había visto a una muchacha rubia que formaba parte de una tribu indígena en una comarca cercana. El colono vendió su hacienda y, con el dinero de la venta, que representaba toda su fortuna, fue en busca de Serpiente Rastrera a fin de comprar a su hija. Cuando volvió a verla, su hija ya era una hermosa señorita rubia de diecinueve años como él se la imaginaba, pero que vestía, hablaba y se conducía como las otras mujeres de la tribu.
Serpiente Rastrera quería a la joven, pero también quería el dinero del rescate. Así que le propuso al colono que la muchacha fuera a vivir con él durante un mes, y que al cabo del mes ella decidiera con quién se quedaba. El padre accedió e hicieron el trato.
La pobre muchacha, convencida de que el hombre blanco que se hacía pasar
por su padre la había secuestrado, se negó a comunicarse con él desde el principio del mes de prueba. El colono y su hija mayor hicieron todo lo posible por hacerle recordar su vida pasada, pero cuanto mís se esforzaban, mís inútiles parecían sus esfuerzos por ganar su confianza.
Cerca del fin del plazo acordado, mientras la hija mayor, sin pensarlo, cantaba una de las melodías con la que años atrís arrullaba a su hermanita, ésta reaccionó y comenzó a recordar su pasado. Corrió a los brazos de su hermana y de su padre, y lloró de felicidad al comprender lo sucedido. Este era su verdadero padre, que estaba dispuesto a pagar el precio de su rescate, por mís alto que fuera.
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