Video sobre astronomia, las estrellas supernovas y la verdad acerca del origen del sol, la Tierra y el hombre

Posted by renegarcia on 10 Septiembre, 2006 14:42

 

Este video muestra el quehacer de astrónomos chilenos que investigan las supernovas en los observatorios Cerro Tololo, La Silla y Calín.

El video permite observar la utilización de la técnica de comparación de imígenes captadas cada quince dí­as de un mismo sector del cielo, para la búsqueda de eventuales apariciones de supernovas, como un destello luminoso destacado.

Se presentan entrevistas a astrónomos conocidos como José Maza, Premio Nacional de Ciencias 1999, y otros en sus lugares de trabajo.

Prof. René Vidal.

VIDEO ACERCA DE LA DISLEXIA ( problemas de aprendizaje de los estudiantes)

Posted by renegarcia on 09 Septiembre, 2006 22:41

Compañeros/as docentes:

El video entrega un listado de los indicadores que caracterizan al niño y niña disléxico.

Difunde los alcances y métodos de diagnóstico de sí­ntomas de esta deficiencia. Se aclara, previamente, que no hay que confundir los problemas de aprendizaje, producto de incapacidad para aprender por inmadurez mental, con tener problemas para leer; esto último pertenece al complicado dominio del lenguaje.

El video continúa describiendo algunos indicadores caracterí­sticos del comportamiento disléxico tales como: lectura ininteligible; confusión de las letras, sí­labas y palabras; lectura lenta y deficiente; seguimiento con el dedo y la cabeza de la lí­nea que estí leyendo; y movimiento de labios y susurros en voz baja de lo que se lee. Ademís, se presentan dificultades para memorizar series, como los dí­as de la semana, el alfabeto y los dí­as del mes.

El video es un excelente medio para incentivar a maestros/as para que puedan advertir alumnos/as que padecen de estas deficiencias y delinea una serie de acciones posibles para tratar los problemas de aprendizaje ligados a la dislexia.

La recomendación es para que el equipo pedagógico o comité de apoyo curricular de los centros escolares coordine una jornada de cí­rculo de estudio con todos los docentes a fin de analizar el video y elaborar conclusiones.

Todo sea por mejorar la calidad de nuestra enseñanza, estamos formados pero siempre es necesario actualizarnos.

El coordinador del CRA deberí ser un apoyo si deciden bajarlo y analizarlo, les deseo éxitos

Descargar archivo adjunto

Prof. René Vidal.

ACTUALIZACION DE LAS BIOGRAFIAS DE LOS PROCERES SALVADOREÑOS

Posted by renegarcia on 09 Septiembre, 2006 18:44

  A peticion:

Para obtener en forma rípida las biografí­as de los próceres salvadoreños descargue archivo adjunto.

BANDERAS Y ESCUDOS DE LOS PAISES DE CENTROAMERICA Y LA DESCRIPCION DE CADA UNO.

Posted by renegarcia on 09 Septiembre, 2006 18:29

COMPAí‘EROS /AS Y JOVENES ESTUDIANTES:

En estas fiestas cí­vicas algunos centros escolares le dedican un dia a la semana a cada paí­s de Centroamérica, razon por la cual comparto este material educativo que sé les serí de mucha utilidad.

Descargar archivo adjunto.

Prof René Vidal.

 

10 ANECDOTAS SALVADOREÑAS

Posted by renegarcia on 09 Septiembre, 2006 18:19

Amigos de Mi Portal

 

Animados relatos acerca de sucesos ocurridos en la guerra de las 100 horas con Honduras encontrara en las siguientes anécdotas, salvadoreñas, en las cuales se destaca la valentí­a de nuestros soldados, es un material muy interesante que debes tener y coleccionar.

 

Prof. René Vidal.

 

 

ANECDOTAS

 

ANí‰CDOTAS  DE LA GUERRA DE LAS 100 HORAS CON HONDURAS

 

Anécdotas salvadoreñas acerca de la guerra de 1969 con Honduras.

 La cual con un leguaje sencillo y claro narra en cada uno las vivencias que tuvieron nuestras tropas  los diferentes momentos vividos en el campo de batalla

 

 

 

 

 

FATAL ERROR DE GEOGRAFIA:

                        Después del reguero de un combate, los soldados del TON, tomaban un pequeño descanso. Aprovechando esa circunstancia y oyendo mugir una vaca, un soldado es   separado de sus compañeros en busca del rumiante con el fin de ordeñarla.

            Con ese objeto evitando ser controlado, se encaminó en dirección de donde procedí­a aquel mugido. Muy pronto dio con el cuadrúpedo. Pero cual no serí­a su sorpresa que ya habí­a alguien que se le habí­a adelantado y que estaba ordeñando a la famosa vaca. Se saludan. ¿Qué tal? Le dice el soldado al otro que estaba extrayendo aquel néctar delicioso. “Ya ves ordeñando esta vaca pues tengo hambre” le contesto el interpelado.

Como el lector muy bien sabe, el casco de los soldados tiene una parte donde se apoya la cabeza, el resto del casco puede ser utilizado para tomar agua o para otros menesteres como el que narramos. Cuando el ordeñador hubo terminado su operación, tomo su leche y le ofreció al “compañero”: querés, le dijo.

            El recién llegado tomo el casco con leche, y mientras tomaba no le apartaba el fusil al oferente. Cuando habí­a terminado, el soldado de nuestra anécdota le dijo al otro: “¿Mira y vos, de donde sos?”. “De Sonsonete” fue la respuesta.

            Mas da la casualidad que aquel soldado que se habí­a apartado de sus compañeros en pos de leche, era precisamente de Sonsonete. Al oí­r aquella respuesta, le volvió a preguntar: “ ¿Mira, y como se llama aquel balneario que queda allí­ en Izalco?”. “Chanmichen”, contesto el otro soldado.

            Al instante sonaron dos disparos. Quien habí­a mentido, caí­a al suelo ví­ctima de su ardid.

            Desde luego que nuestro soldado, intuyó que no era posible que nadie de sus compañeros podí­a habérsele adelantado a ordeñar a aquella vaca.  Sospechó que aquel que estaba fuera soldado hondureño, que desde luego, estaba asimismo armado. Para cerciorarse le pregunto el nombre del balneario de Izalco que se llama Atecozol y no Chanmichen.

            Cuando fue interrogado por el Comandante sobre aquel hecho, el soldado le contesto: Mi Coronel si Chanmichen queda en Zacatecoluca. Quiere decir que era hondureño y antes que me despachara a mi, lo hice yo.

            El comandante comprobó que efectivamente aquel soldado era hondureño.

 


 

SE HIZO EL MUERTO:

            El teniente Arévalo me narró la anécdota de un soldado de su sección cuando esta fue sorprendida por una patrulla hondureña. A Dios gracias allí­ cerca estaba un barranco y por él ordené a mis soldados que se lanzaran de inmediato. Así­ lo hicimos. Ya  protegidos abrimos fuego sobre la patrulla hondureña. Cuatro quedaron muertos y el resto huyó por las montañas. Cuando conté a los de mi sección, noté que me faltaba uno de ellos, manifiesta el Teniente Arévalo.

            Uno de mis soldados, continuó el oficial, me dijo que se trataba de fulano cuyo nombre se me ha olvidado. Lamentando estíbamos la muerte del soldado de mi sección cuando lo vimos aparecer muy tranquilo…

            Le interrogué sobre lo que le habí­a sucedido.

            Entonces, cuenta el oficial que le dijo el soldado: Mi teniente, cuando usted ordenó que nos lanzíramos al barranco, yo ya no pude y me tire al suelo y no me moví­â€¦ me hice el muerto.

 


 

MI FUSIL PRIMERO MI CORONEL:

            En esos dí­as de la guerra, siendo invierno, caí­an unas tormentas torrenciales en aquellas montañas de Honduras. Ademís, el frió era muy intenso.

            Por esas circunstancias, se les llevo a las tropas capas para guarecerse de la lluvia y del frió. Todos los soldados contaban con una de ellas. Estando en continua vigilancia, cuando no estaban en combate, sobre todo en la noche, era un gran riesgo dormir en tiendas de campaña. Por cuyo motivo, los soldados permanecí­an durante las noches cada quien en sus puestos. Cuando la lluvia torrencial, con truenos y rayos, caí­a, los valientes y sacrificados soldados no se moví­an de sus puestos, aguantando las inclemencias del tiempo.

            Pero lo mas sorprendente fue que ninguno de los soldados utilizaba la capa para cubrirse. Enterado el comandante, se acerco a uno de los soldados y medio enojado le interrogo: “¿Por qué no se guarece con la capa, soldado?” “Mi coronel, replico el interrogado, la lluvia no me mata; pero si me falla mi fusil en el momento del combate, entonces si me matan los enemigos”.

            Esto me lo narro el propio Comandante del 8º. Batallón, Coronel Claramount. El soldado, teme, me explicó, que mojado el fusil, pierda parte de su eficacia, por eso lo protegí­an mas que su salud misma.

 


 

LA EFECTIVIDAD DE UNA BUENA TRINCHERA EN LA DEFENSA:

            A las 01:25 horas del dí­a 13 de julio, el capitín Landaverde le telefonea al comandante del 8º. Batallón que estín detectando movimientos de tropas hondureñas. El coronel Claramount, comandante del batallón le contesta al capitín Landaverde que estén listos, y que absolutamente nadie dispare un solo tiro hasta no estar iluminado el campo con las granadas de iluminación. Terminada la comunicaron telefónica, el Comandante siguió conversando con otros Jefes de la Plana Mayor y uno del 1er. Batallón.

            Cinco minutos mís tarde suena nuevamente el teléfono. Otra vez Landaverde comunica que estí ya seguro de que tropas hondureñas se acercan sigilosamente hacia donde estín las tropas del 8º. Batallón.

            El capitín Landaverde, bastante impaciente le decí­a al comandante que calculaba que las tropas estaban ya mís o menos a unos doscientos metros. La respuesta del comandante fue mas o menos la misma.

            Seis minutos después… ¡Coronel! ¡Si usted no ordena lanzar las granadas de iluminación yo no se que hacer! ¡Ya sentimos los movimientos!. El Comandante: “Muy bien, Landaverde. Lance la primera granada de iluminación”. El capitín Landaverde, no espero mas y colgó. Los segundos se suceden con ansiedad cuando la tropa escucha que la granada habí­a sido disparada…  pronto se iluminarí­a el campo.

            Los soldados apretaban los dientes, mientras abrí­an los ojos cuanto podí­an para ver al enemigo. El G-3 estaba listo. De repente el campo se ilumino. Las tropas hondureñas estaban ya a menos de veinte metros. El silencio de la madrugada se rompió en mil pedazos. El 8º. Batallón habí­a entrado en acción. El enemigo habí­a sido sorprendido casi a boca de jarro, porque ignoraba la presencia de aquel batallón allí­. El ruido infernal que se produjo  al no mas estallar la granada luminosa es algo indescriptible.

            El 8º. Batallón bien atrincherado no se movió una tan sola pulgada mientras hizo retroceder al enemigo a sus posiciones, no sin antes haber dejado innumerables bajas en el campo de batalla. El combate duro cerca de dos horas. Los hondureños trataron por todos los medios posibles de defenderse, mas la sorpresa con que fueron atacados no les dio tiempo para tomar posiciones adecuadas.

            El sol del amanecer iluminaba los resultados trígicos para los hondureños. En cambio para los salvadoreños aví­a habido una sola baja: un herido en la pierna, nada mís. Y esto no es ninguna exageración debido a las circunstancias mismas del combate: lo bien atrincheradas que estaban nuestras tropas y la sorpresa del enemigo.

 


 

EL ARDIR DE UN PILOTO SALVADOREí‘O:

            Contaba el Tercer Jefe de la Aviación hondureña, que el dí­a 15 de julio, cuando aviones corsarios salvadoreños atacaron el aeropuerto de Toncontin, el último de estos aviones fue perseguido por dos aviones corsarios los que, al darle alcance, lo ametrallaron.

            Entonces los pilotos hondureños que lo perseguí­an vieron que iba echando humo y que se precipitaba por aquellas montañas vecinas de Tegucigalpa. Los perseguidores dieron aviso inmediatamente a su base de que habí­an derribado al avión salvadoreño, mientras ellos regresaban.

            Fí­jense, decí­a el Jefe hondureño, que inmediatamente enviaron a localizar al avión con un helicóptero, y aquel avión nunca fue localizado. Investigando con los habitantes de aquella zona, informaron que efectivamente habí­an visto a un avión echando humo, que iba rasante, pero que después habí­a elevado el vuelo y se habí­a perdido en dirección a El Salvador.

 


 

LAS GUAYABAS Y LA MUERTE:

            En el sector del TON, cerca del Nueva Ocotepeque, abundan los “palos de guayabas”. Y como no siempre la guerra da tiempo para comer, muchos soldados al pasar cerca de uno de dichos írboles, no desperdiciaban la ocasión para comerse unas cuantas guayabas.

            Un soldado salvadoreño, no pudo resistir la tentación al ver un palo de guayaba que estaba cargado de dichas frutas, grandes y deliciosas. Y por las tales guayabas se habí­a desviado de su eje de avance. Tampoco le basto comerse aquellas que estaban al alcance de la mano, sino que se subió al írbol a cortar las mas grandes que estaban mas altas. Pensó llenarse primero, y luego llevar unas cuantas, por si las dudas…

            En su banquete estaba y ya se habí­a olvidado en lo que andaba, cuando vio un soldado que venia corriendo como alma que lleva el diablo, y quien al ver a aquel   que estaba en el írbol comiendo guayabas le grito: “Bíjate, bíjate, tonto, allí­ vienen esos malditos”.

            Y aquel todaví­a con la boca llena le replico: allí­ vienen quienes?” El que corrí­a sin volverse a verlo le contestó: “los salvadoreños, idiota, apurate”. Entonces aquel dejo las guayabas, le apunto y disparo sobre él: “ya no vienen sobre ti, vení­an,” le grito. El soldado hondureño allí­ quedo con un balazo en la nuca.

            Uno de los jefes me aseguro que efectivamente él habí­a visto al soldado hondureño con el balazo en la nuca, como a diez metros del palo.

(“LAS 100 HORAS, LA GUERRA DE LEGITIMA DEFENSA DE LA REPUBLICA DE EL SALVADOR”. Dr. Inf. José Luis Gonzílez Sabrí­an)

 


 

UN SOLDADO QUE VALE POR UN EJí‰RCITO.

Ahora pasamos a referir un caso “sui generis”, mís bien una rara anécdota algo truculenta. Se trata de la actitud y hechos de un soldado “guanaco” que cosa igual pocas veces habrín visto los siglos…

Dí­a y medio antes de la toma de San Marcos de Ocotepeque desapareció con todo su equipo el Soldado Manuel de Jesús Prado Bolaños, a quien llamaremos sólo Prado. Este soldado, de alta en la 2º. Compañí­a de la 1º. Brigada de Infanterí­a, habí­a llegado con el mayor José Rafael Fabiín, a las órdenes del general J. A. Medrano.

El mayor Fabiín investigó la desaparición de Prado y todo lo que pudo averiguar fue, que dicho individuo era malcriado y medio loco; indisciplinado aunque no haragín; amigo de contrariar, puesto que siempre, a pesar de recibir fuertes llamadas de atención de sus superiores, se complací­a en hacer todo lo contrario de lo normal, de lo correcto. Según aseguro un soldado, amigo de Prado, este habí­a expresado que ya estaba aburrido de recibir ordenes militares y que “preferí­a irse solo, a ver que tal” y que posteriormente escapo del tomado pueblo de Cololaca, en dirección a la adversaria Plaza de San marcos, que era el siguiente objetivo a conquistar, con su fusil automítico cargado.

Al siguiente dí­a, dos exploradores “chaneques” informaron que el soldado Prado habí­a entrado solo e imperturbable a San Marcos, sin ser detenido por los retenes hondureños. Por la similitud de uniformes verde olivo debieron suponer que Prado era uno de los suyos. Prado se dirigió a la casa-cuartel de la guarnición, situada frente al parque central de la población, donde en la puerta de la oficina del comandante estaba un sargento, a quien intimó:

-          ¡Rí­ndase, sargento! ¡Entrégueme su arma!

-          El sargento “catracho” le respondió airado:

-          ¡Eso nunca, “guanaco” loco!

-          A lo que Prado respondió con un disparo que lo tumbó sin vida.

 Al ruido se presento entonces el oficial, jefe de la Plaza, a quien Prado le hizo fuego, aunque a éste solamente le dejo herido leve, y así­ luego también dispara una rífaga a un grupo de soldados que acuerden sorprendidos a averiguar lo que sucedí­a, pasando varios de ellos a hacer compañí­a al sargento en las regiones del “averno”, como dirí­a el poeta Virgilio, al describir las bajas en los combates de la “Eneida”…

Finalmente le caen por detrís al loco Prado y lo desarman, mientras el oficial herido gritaba autoritariamente:

-          “! No maten a ese tal por cual; hay que interrogarlo!” –

El soldado Prado es llevado a una bartolina donde mediante unas cuantas bofetadas y puntapiés, luego dijo la “verdad”.

No se sabe fidedignamente lo declarado por Prado, pero se supone que exageró el número y armamento de las fuerzas salvadoreñas, llegando al grado de afirmar que iban comandadas por el comandante general de la Fuerza Armada, por el “Diablo” Velísquez, o por el propio general José Alberto Medrano, de respetuosa nombradí­a por toda Honduras…

El Destacamento Fabiín invadió  San Marcos  el 19 de julio, ya de noche, como a las 22 horas. Toda la tropa entro corriendo, en bloque y sorpresivamente, asaltando de frente los retenes hondureños, en bloque y sorpresivamente, asaltando de frente los retenes hondureños, que asustados no esperaron y se replegaron en pavorosa al campo de aviación.

El grueso de hondureños que ocupaba el cementerio y dicho campo de aviación, se desmoralizo con la huida de los retenes y creyendo que se trataba de la vanguardia de un gran ejercito, se desbando hacia Sensenti, a varios kilómetros al Norte, abandonando vehí­culos, armas y ví­veres.

De tal manera se tomo la Plaza de San Marcos, sin perder un solo hombre y sin matar a nadie. Estamos seguros de que a las declaraciones de Prado se bebió el éxito en gran parte. No se pudo encontrar a Prado en las círceles del lugar porque según se supo, desde temprano de ese dí­a habí­a sido llevado en un avión militar a Tegucigalpa, para ampliar el interrogatorio, por orden del Alto Mando.

Hasta aquí­ el caso de Prado. Demís esta decir que el mayor Fabiín no dio parte de su desaparición, porque siendo frente al enemigo y conforme al Código Penal Militar incurre en la pena de muerte, no importa los motivos.

Para los que se interesen por Prado, diremos que se encuentra de baja después de haber sido canjeado juntamente con otros prisioneros por los militares hondureños que estaban en las círceles de San Vicente.

 


 

LA ARENGA DEL “SINACAR”

La Fuerza Expedicionaria alcanzo el caserí­o del “Sinacar”. Eran las 08:40 del 17 de julio y habí­an pernoctado en una rancherí­a situada sobre el camino viejo de herradura que conduce a Santa Rosa, entre Plan del Rancho y La Labor.

Era una mañana helada. Las brumas tení­an la vaga ensoñación de un paisaje nebuloso. Los altos montes hacia el norte, que eran las moles llamadas del “Portillo”, albergaban un enemigo proceloso y huidizo, al cual debí­amos rodear por largo envolvimiento hacia el noreste. El sol todaví­a muy alto se veí­a grande y amarillo, poco fuerte tras la capa neblinosa que formaba una sombra protectora sobre las tropas.

El general Medrano reunió a la mayor parte del personal expedicionario, y en presencia de sus ayudantes de campo, Lovo Castelar y Cortes Castro, y de la mayorí­a de su Estado Mayor, con pausada voz expreso lo siguiente:

“Por la voluntad de Dios y autorizados por nuestro Gobierno andamos en campaña por tierras de Honduras. Efectuamos operaciones de guerra irregulares por decisión mí­a que soy vuestro comandante, para desorientar al enemigo que espera naturalmente ser solo atacado por las lí­neas de operaciones determinadas por las ví­as normales de comunicaciones. Nosotros avanzamos por veredas”.

“Nuestra causa esta justificada. La justicia de nuestra causa se basa en la barbarie hondureña cometida en las minorí­as salvadoreñas que habitan en este paí­s. Tal barbarie ha sido permitida por el gobierno de López Arellano y sus testaferros y debe ser castigada. En casos como estos la consecuencia son las represalias. Nosotros encabezamos una operación punitiva”.

“Ahora, voy a tratar otro tema. El tema de nuestro proceder en la campaña. Todo hombre de armas necesita tener fortaleza de ínimo. Eso es necesario para batir al adversario en la guerra. La fortaleza de ínimo en los hombres es una virtud que se ha comparado con la fuerza del león.

Es una virtud heroica que determina el éxito de la campaña, salvo que por causas fuera de nuestra voluntad la guerra no continúe, por una paz prematura, en cuyo caso quedemos por lo menos con el orgullo de haber mantenido en alto nuestro pabellón bicolor”.

“Debemos insistir cual serí nuestra conducta. Analicemos nuestra disposición natural de ser. Existe en los hombres una concurrencia de temor y de osadí­a, que pueden ser mayor o menor por disposición innata o por educación. Son dos extremos. Es natural que haya temor cuando se turba el ínimo, faltando fuerzas del corazón y del cuerpo. En el corazón faltan cuando el individuo no sabe porque combate o como debe pelear. Vosotros si lo sabéis. En el cuerpo faltan energí­as cuando no se tiene la capacidad de usar las fuerzas fí­sicas acostumbradas. Tampoco os faltan energí­as fí­sicas”.

“La osadí­a de que os hablo concurre cuando no teniendo el hombre suficiente conocimiento y experiencia en los peligros, luego y sin mayor razonamiento se mete a ellos, con las funestas consecuencias del caso. Por eso, pensando en lo malo de ambos extremos de temor y de osadí­a, cortejando tales extremos, ni se llega uno a convencer de lo uno, ni de lo otro. Creo que lo mís conveniente y seguro para un hombre en la guerra es llegar a un justo medio, tomando la parte mas conveniente de ambos extremos. Se debe pues equilibrar el temor con la osadí­a

“Antes de aventurarnos mas en este extenso paí­s hondureño, y bajo mi palabra de honor de ser comprensivo con ustedes, pregunto a cada uno de mis subordinados aquí­ presentes: ¿Estíis dispuestos a seguirme? No deseo que nadie venga contra su voluntad y su propio espí­ritu. En la guerra hay que saber morir, pero también hay que saber matar. Lo uno no sirve sin lo otro. A todo guardia, cuyo propio honor y espí­ritu lo inclinen a proceder en otra forma, lo faculto a dar un paso atrís y regresar a El Salvador”.

¿Para qué recalcar que nadie dio un paso atrís? Todos los individuos de tropa, al escuchar aquellas arengas, se llenaron de emoción y gritaron patrióticamente:

¡¡¡¡ Adelante, viva El Salvador!!!!

 

 


 

EL GOLPE DE MANO DEL TENIENTE D ABUISSON

La 4ª compañí­a, al mando del teniente Roberto D Abuisson, tomo parte decisiva en la toma de Llano Largo. Conforme a las ordenes superiores, al organizarse el Centro de Resistencia en la posición conquistada, la 4º. Compañí­a quedó establecida en primer escalón, en el ala derecha de la 3º. Compañí­a (Capitín Roeder). Le correspondí­a en consecuencia dar frente al Norte y al Este del Centro de Resistencia. El Punto de Apoyo estaba formado por varios Puestos de Combate dispersos, al tresbolillo y pudiendo perfectamente cruzar sus fuegos sobre cualquier irrupción adversaria.

Desde el 17 de julio por la tarde la Unidad resistió tenazmente todos los contra ataques hondureños que llevaron el centro de gravedad sobre su sector. La 4º. Compañí­a tení­a la orden permanente de que, hasta que se ordenara colaborar en el futuro ataque general salvadoreño contra La Labor, debí­a organizar y sostener defensivamente el terreno adjudicado.

Para el cumplimiento de la misión encomendada el teniente Díbuisson impartió las órdenes del caso. Se Despejó el terreno hacia delante – dentro de lo posible – para obtener mejores vistas y tener un campo de tiro amplio para las armas automíticas. Se instalaron alambrados de púas unos 30 metros delante de las trincheras, como defensas accesorias que forzosamente detendrí­an a los infantes   enemigos, dando el tiempo indispensable para precisar el tiro sobre ellos.

No obstante, con fines futuristas D Abuisson también realizo sucesivos reconocimientos de combate en el frente y en el interior del dispositivo de Santa Lucia y La Labor para establecer con detalle datos sobre la topografí­a, ubicación de las tropas hondureñas, numero y armamento de las mismas, etc., etc.

El enemigo que debió suspender el fuego a las 22 horas del dí­a 18, continuo haciendo incesante fuego sobre nuestras posiciones toda la noche. El dí­a 19 también nuestros adversarios seguí­an disparando y hasta lanzaron incursiones suicidas que llegaron a quebrarse frente a nosotros, quedando muchos valientes trabados en las alambradas recién construidas.

D`Abuisson resolvió infringir duro castigo a sus adversarios después que una “bazuka” hondureña estuvo batiendo tercamente su puesto de mando. Con autorización del general Medrano, en consecuencia, organizó un golpe de mano al interior del dispositivo contrario.

El aludido oficial escogió sus mejores homb4res y, llevando como segundo al aguerrido sargento No. 494 José Antonio Castillo, estudio previamente su incursión a La Labor. Aprovechando la maleza el grupo se introdujo hasta atrís de la posición adversario. Como reptiles y evitando ser vistos los hombres se deslizaron, avanzando tendidos, sobre los codos. Era una marcha lenta pero segura por las partes bajas del terreno. Una vez alcanzada la retaguardia hondureña D Abuisson observo un personal hondureño vivaqueando. Era posiblemente una compañí­a de refresco o en descaso, sin servicio de seguridad. Unos hombres asaban reses en torno a dos grandes hogueras; otros dormí­an tranquilamente o conversaban. Las armas estaban en pabellones o apoyadas en troncos de írboles. Era una gente descuidada, en la confianza de encontrarse atrís de la lí­nea de fuego. Eso le proporciono el éxito al teniente D Abuisson.

El grupo incursor rodeo sigilosamente al enemigo y selecciono sus blancos.

-  ¡FUEGO POR RAGAGAS !, gritó el oficial.

Al tiro automítico e incesante de los fusiles de asalto, caí­an los hombres como bandadas de palomas derribadas por balines de escopeta. Así­ como quedan cernidas las palomas en los campos cerealeros, bajo los tiros sorpresivos de los cazadores que se han apostado previamente para obtener mas piezas, así­ quedaban, después de doblarse súbitamente los infortunados militares, victimas del descuido de sus oficiales que nunca les ordenaban establecer servicios de vigilancia.

Posiblemente toda una compañí­a de fusileros, incluso sus oficiales, cayó bajo el efecto de los fusiles G-3. Casi nadie logro salvarse huyendo hacia el Norte.

D Abuisson sin perder uno solo de sus hombres regreso por la misma bien seleccionada ruta. Atrís dejaba la muerte y el desorden. Se oí­an disparos en todas las direcciones dentro del dispositivo atacado en la incertidumbre de ignorar quienes disparaban por la espalda.

Opinamos que el golpe de mano del teniente D Abuisson fue, en su género, la mís destacada operación en la campaña de la Guardia Nacional.

 


 

¡REGRESA A MORIR POR MI PATRIA!

Cuando estallo la guerra de las 100 horas el “viejo” coronel Salvador Cortes Castro estaba jubilado, en su casa. No lo pensó mucho y dispuso presentarse como voluntario para ir al frente. Mientras andaba revolviendo su empolvado ajuar militar para equiparse hasta donde fuera posible, supo que su hijo, el capitín de aviación Guillermo Reynaldo Cortes ya volaba en operaciones. No lo dudo mís.

Cuando se presento al Cuartel Central de la Guardia Nacional, su cuerpo favorito, la columna motorizada ya habí­a salido hacia el frente. Se haló el pelo el coronel y ya no siguió intrigado para conseguir un equipo nuevo y flamante, que era lo que lo detení­a para incorporarse, y así­, sin botas “de combate”, con zapatillas civiles de calle, se metió a un vehí­culo de abastecimientos y salio tras la columna principal. Ceñí­a su pecho la correa porta-fusil de una carabina M-1 y al cinto la escuadra 45. Era suficiente.

Al llegar al Aguacatal, estación logí­stica final donde terminaban los transportes motorizados, el coronel Cortés se bajo y siguió a pie las huellas de las tropas de infanterí­a en marcha. Así­ paso por el cerro Miramundo, por las Granadillas y por el Cantón Las Pilas; cruzo el rí­o Sumpúl y descendió medio perdido hasta el valle de La Labor, en Honduras. Alcanzó unas unidades salvadoreñas y finalmente se hizo presente al general José Alberto Medrano, quien ya estaba combatiendo al enemigo desde su posición de Llano Largo.

El comandante de la Guardia Nacional nombro a Cortés su Ayudante de Campo, por orden especial, y le dio la misión particular de controlar el servicio de amunicionamiento de las tropas. Cortés estaba ahora en su elemento: de alta y frente al enemigo. Una tarde el general Medrano lo llamo muy serio a su Puesto de Mando situado en una casa rural cerca de la lí­nea de fuego.

-   Siéntate, “viejo Cortés” – le dijo cariñoso - : tengo algo que informarte. Me han dado una noticia que no me agrada nada. Estí poco confirmada. Te atañe mucho. El capitín Cortés, tu hijo, parece que estí herido y debes ir a verlo, por cualquier  cosa. ¿Qué dices?”.

-          “Mi general – contestó el coronel Cortés – estoy seguro que algo mís grave ha ocurrido, de otra manera no se me hubiera informado hasta aquí­, donde algo estoy haciendo. Es probable que mi hijo haya muerto en combate. Voy a salir inmediatamente a caballo hasta La Palma y de ahí­ tomare vehí­culo hacia la Capital. En cuanto entierre a mi pobre hijo regresare a incorporarme a Ud. Y a las tropas, para poder morir yo también como mi hijo, por la patria”.

El viejo Cortés efectuó lo que terminantemente habí­a expresado. Se fue atravesando montañas, enterró a Guillermo Reynaldo Cortés y volvió – con las dificultades inherentes a la campaña – a reunirse con las Fuerzas Expedicionarias en el interior de Honduras.

Cuando la Orden del Cese del Fuego hizo regresar las tropas salvadoreñas Cortés volvió a El Salvador. No le habí­a llegado aún la hora inexorable para todos los humanos: la hora de la muerte.

 

 

 

LOS VICIOS DE DICCIÓN

Posted by renegarcia on 08 Septiembre, 2006 23:21

Adjunto gotitas del saber acerca de los vicios de dicción, para que  pueda enterarse y asia plicar correctamente nuestra lengua madre.

Prof. Rene Vidal.

 

En el aspecto religioso, se denominan vicios o pecados capitales aquellos que son como fuente y raí­z de otros vicios que de ellos nacen. Tradicionalmente se mencionan estos siete: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Para combatir estos vicios, nuestros mentores espirituales nos proponen la príctica de las siete virtudes antitéticas: humildad, largueza, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia. Guardando, desde luego, las debidas distancias, podemos advertir que en la diaria príctica de nuestro idioma surgen frecuentemente vicios capitales (fuente y raí­z de otros), que ponen en peligro la integridad y lozaní­a de la lengua de Castilla. Lamentablemente, estos vicios capitales del idioma son muchos mís que siete. Vamos a esbozar solamente algunos.

El vocablo mismo (a-os-as) desempeña bísicamente dos funciones diferentes:

  1. Refuerza o enfatiza, un tanto pleonísticamente, al nombre, pronombre o adverbio afectados: Se lo dijo su misma hermana ; Yo mismo haré el trabajo ; Iré hoy mismo .
  2. Indica identidad con un término de comparación expreso o tícito: Tengo otro libro del mismo autor ; Comeremos lo mismo que ayer ; Siempre vienen las mismas personas .

Para comprender la diferencia entre las dos funciones expresadas, bastarí­a comparar estas dos oraciones: Lo hizo él mismo (es decir, él en persona y no otro cualquiera) y Lo hizo el mismo (es decir, lo hizo alguien que ya habí­a actuado anteriormente). Al margen de estas funciones legí­timas, se ha generalizado el uso ilegal de un mismo-a anafórico, es decir, suplantador de pronombres personales, demostrativos o posesivos. Por ejemplo: Nos referimos al contenido de su carta y a las consecuencias

de la misma. En un castellano correcto se hubiera dicho: Nos referimos al contenido de su carta y a las consecuencias de ella (o a sus consecuencias).

El Esbozo (prícticamente la gramítica oficial de la Academia), con una dureza y energí­a poco usuales en esta obra, llama la atención sobre el empleo abusivo que la prosa administrativa, periodí­stica, publicitaria, forense y algunas veces la prosa técnica hacen hoy del anafórico el mismo, la misma, por considerarlo acaso fórmula explí­cita y elegante. Pero no pasa de vulgar y mediocre... El virus de esta moda parece haberlo invadido todo. La propia Academia (Diccionario manual) en el artí­culo auditorí­a escribe: ...examen de libros, cuentas y registros de una empresa para precisar si es correcto el estado financiero de la misma... Y en una obra como el DRAE, de la que se esperarí­a poco menos que la infalibilidad pontificia, incurre en el empleo abusivo de ese mismo vulgar y mediocre. En la acepción 14 de cuenta (acreedora) se lee: La que presenta saldo favorable al titular de la misma. ¡No somos nadie!

Triz es un sufijo propio del femenino de algunos nombres cuyo masculino termina en -dor o -tor. Realmente resultan muy escasos estos femeninos terminados en -triz, y algunos de ellos alternan con la forma regular en -ora. Cantatriz y saltatriz, por ejemplo, son ya términos en desuso (aunque los registra el DRAE).

En el primer caso ha prevalecido el común cantante (el cantante, la cantante). En cuanto a saltatriz, el mismo diccionario académico (edición 21) reconoce su obsolescencia cuando lo define: Mujer que tení­a (en ediciones anteriores leemos tiene) por profesión saltar y bailar. Ocupación un poco extraña en nuestros tiempos. Bisectriz y directriz pertenecen al vocabulario geométrico. Aunque, desde luego, directriz posee también el uso normal de algo que dirige (la idea directriz del proyecto); incluso se ha generalizado su sustantivación plural directrices (conjunto de instrucciones o normas generales para la ejecución de alguna cosa). Actriz y emperatriz son los femeninos normales de actor y emperador, pero no faltan tampoco actora (sentido jurí­dico) y hasta emperadora (uso metafórico y popular). Motriz (también motora) y su ¡Por favor! ¿Tendremos que decir también que el brazo es un miembro del cuerpo, y la pierna, una miembro? ¿Contribuirí­a este dislate a la causa de la igualdad real de la mujer?

¿Cómo podrí­an hablar los hispanos hace solo cuarenta años sin usar a nivel de?, se preguntaba —hace varios años, en un excelente artí­culo sobre la expresión periodí­stica— el maestro Lízaro Carreter, ex-director de la Academia. Pues sí­, a nivel de se coló —de unos treinta años ací— en nuestro idioma, furtivamente, sin hacer ruido, malignamente, como un virus no clasificado —tal vez una mutación genética—, y provocó una pandemia lingí¼í­stica prícticamente irreversible. Hasta hace unos tres decenios, se decí­a, en nuestro romín paladino, por ejemplo: Su fama es reconocida internacionalmente; El equipo es excelente en el aspecto defensivo; Fue una broma entre compañeros; La pelí­cula presenta el racismo desde el punto de vista sentimental; La obra, en cuanto a actuación, estuvo brillante...

Pero ahora, en la época de la informítica, de las exploraciones espaciales, del teléfono celular, del dinero electrónico, de la locución prepositiva a nivel de, ningún redactor —de informes empresariales, de artí­culos periodí­sticos o de tratados de omni re scibili— osarí­a escribir otra cosa que no fuera: Su fama es reconocida a nivel internacional; El equipo es excelente a nivel defensivo; Fue una broma a nivel de compañeros; La pelí­cula presenta el racismo a nivel sentimental; La obra, a nivel de actuación, estuvo brillante… La Academia —siguiendo su acostumbrada polí­tica del avestruz— ignora olí­mpicamente la locución a nivel de en Esbozo y Diccionario. El académico Manuel Seco (Diccionario de dudas) califica los usos de dicha locución como excesivos y parece recomendar su empleo únicamente en un contexto de grado jerírquico: Las relaciones diplomíticas se establecerín a nivel de embajada...

De acuerdo. Pero ¿quién descubrirí la vacuna contra el virus a-nivel-de?

La locución conjuntiva hasta tanto que (o simplemente hasta tanto) se ve frecuentemente seguida del adverbio no. Ello ha provocado una serie de dudas sobre la

legitimidad de ese uso. La aprobación definitiva queda pendiente hasta tanto se nos enví­e la confirmación solicitada se convierte a menudo en La aprobación definitiva queda pendiente hasta tanto no se nos enví­e... En uno y otro caso —es claro— se ha pretendido afirmar lo mismo: La aprobación definitiva se harí cuando se enví­e la confirmación solicitada. Entonces, ¿cuíl de aquellas dos formas (hasta tanto o hasta tanto no) es la correcta?

Si examinamos el caso dentro de una elemental concepción lógica, el redactor quiso decir —no hay duda—: La aprobación queda pendiente hasta que se enví­e la confirmación. Hasta expresa el término (en el tiempo o en el espacio) del cual no se pasa. La aprobación —es obvio— queda entonces pendiente hasta el enví­o de la confirmación. Lo lógico es, pues, hasta tanto y no hasta tanto no. Sin embargo, en el idioma no siempre lo lógico condiciona incuestionablemente lo correcto. De hecho, en el caso comentado, muchos escritores de prestigio han empleado este no después de hasta tanto o hasta tanto que. La gramítica, por otra parte, habla de un no expletivo, es decir, un no de refuerzo o de adorno, evidentemente innecesario. Mi recomendación es evitar ese no intruso (su empleo ha sido, inclusive, acremente criticado por filólogos de la categorí­a de Rufino J. Cuervo).

No obstante, su uso no podrí­a tacharse de incorrecto en vista de encontrarse, como dije, en autores de prestigio.

La Gramítica de la lengua española, de la Real Academia (me refiero a la nueva edición, reformada, de 1931, todaví­a teóricamente oficial pues el Esbozo de 1973 nunca pasó de eso, de un esbozo) considera viciosa la frase Se vende un reloj con o sin cadena por usar dos partí­culas incongruentes o mal colocadas de una misma y sola oración . Debió haberse dicho con cadena o sin ella. El motivo de esta incorrección debe buscarse en la unidad sintíctica formada por la preposición y su término; en otras palabras: todo elemento prepositivo debe ir siempre acompañando, sin ninguna posibilidad de disolución del ví­nculo, a su respectivo término nominal. En el ejemplo académico (con o sin cadena) la preposición con contraviene la norma expuesta.

Mi primera sorpresa sobre el particular la tuve cuando leí­ en el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, del académico Manuel Seco (obra excelente, por otra parte), lo siguiente: ... yuxtaposición de palabras, con o sin guión... ¡Bien! —me dije—. Aliquando bonus dormitat Homerus … /alguna vez se duerme el infalible Homero…/ Pero, al parecer, Homero sigue dormitando. En el Diccionario de la Real Academia Española, vigésima primera edición (1992), pígina 937, artí­culo Marica, quinta acepción, puede leerse: Insulto empleado con o sin el significado... Después de esto, las lí­neas aéreas seguirín hablando de pasajeros desde y hacia los Estados Unidos, y se venderín mís relojes con o sin cadena... ¿Quién podrí defendernos?

Aunque las normas de uso de los homófonos a y ha se han repetido hasta la saciedad en las aulas escolares, conozco por experiencia docente las dificultades y dudas de mís de uno sobre el tema. La distinción entre a y ha resulta sumamente clara si se poseen los conceptos gramaticales bísicos de preposición y verbo. Lamentablemente estas y otras categorí­as morfológicas no siempre son del dominio de quien desea redactar un documento sin deslices ortogríficos.

Surgen entonces ciertas directrices prícticas, utilizadas astutamente por maestros e instructores: Se escribirí ha (del verbo haber) cuando este sonido preceda a un participio. En cualquier otro caso deberí usarse a. ¡Participio! ¿No lo estaremos enredando mís? Pero sigue la sabia enseñanza del profesor: Los participios —recuerden— terminan en -ado,-ido, -to, -so, -cho... Sin embargo —y aquí­ vienen los primeros bemoles—, no cualquier palabra acabada en -ado, -ido, -to, -so, -cho es participio. (Es mís, existen a veces coincidencias homoní­micas entre participios y simples nombres.) Por lo tanto, podrí­a escribirse a (y no ha) antes de palabras con estas terminaciones. Ejemplos: Pasó de dorado a plateado; A pedido del pueblo; Responde a expreso deseo de...; No se compara a hecho alguno; Lo prefiero asado a frito...

Por otro lado, el verbo haber, aparte de auxiliar, puede significar tener ( la objeción no ha lugar ), o expresar la culminación de un tiempo (Cinco dí­as ha), o formar una perí­frasis (Ha de tener paciencia)... Conclusión: el único camino seguro para desenredar la madeja a-ha estí en discernir cabalmente los conceptos de preposición y verbo.

Vicios capitales del idioma en que el hablante o el redactor incurren, a veces con la complicidad inconsciente de los organismos rectores de la lengua. Vicios que deben combatirse con las virtudes de la lectura, del estudio, del interés por enarbolar con orgullo el estandarte de nuestro acervo lingí¼í­stico, el vestido de fiesta de nuestra cultura

 

 

Antecedentes e historia de la indepèndencia de Centroamerica.

Posted by renegarcia on 08 Septiembre, 2006 23:06

Causas de la independencia de Centroamerica.

En este mes en que nos encontramos celebrando el centésimo octogésimo quinto aniversario de nuestra independencia patria, es necesario que como salvadoreños conozcamos parte de nuestra historia, las causas que dieron lugar a nuestra independencia (externas e internas).

En el siguiente artí­culo podrí encontrar informacion que le servirta en el desarrollo de sus clase y tareas escolares.

Prof. René Vidal.

 

ANTECEDENTES DE LA INDEPENDENCIA DE CENTROAMERICA.

 

Los criollos y la gente cercana a ellos estaban cansado de la marginación y desprecio de que eran objeto por parte de los españoles penisulares.

Los criollos tuvieron conocimiento de las nuevas ideas que circulaban en Europa respecto a la no divinidad del poder de los reyes, y a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Conocedores también del malestar de la mayorí­a mestizada, los criollos se lanzaron a la aventura de alcanzar la libertad.

 

En los primeros años del siglo XIX, se empezaron a gestar movimientos insurreccionales en Centroamérica y el resto del continente.

En Centroamérica, el 5 de noviembre de 1811 se inició una revuelta guiada por el padre Matí­as Delgado, que llamó a la insurrección tocando las campanas de la iglesia La Merced. El movimiento fue sofocado por las autoridades, pero ese mismo año estallaron rebeliones en León, Granada y Rivas (Nicaragua)

En San Salvador se dio otro levantamiento, en enero de 1814. Finalmente, se firmó en Guatemala el Acta de Independencia el 15 de septiembre de 1821.

 

Pero antes de que se firmara la Acta de Independencia surgieron muchas causas los cuales dieron origen a la independencia de Centroamérica, causas que pudieron ser internas o externas las cuales se estudiaran poco a poco en este reporte.

 

Para que se diera la independencia, incidieron varias causas, que los historiadores clasifican en externas e internas.

Entre las causas internas estín las siguientes:

·                    El menosprecio de los españoles peninsulares hacia los criollos.

·                    Las desigualdades polí­ticas. Los altos cargos polí­ticos, militares y religiosos estaban reservados para los peninsulares.

·                    El descuido de los gobiernos coloniales en lo social, económico y cultural; no se preocupaban por los habitantes.

·                    La impopularidad de las autoridades. El reino español no empleaba criollos conocidos para que sirigieran el gobierno de las colonias. Preferí­a enviar desde España fucionarios que desconocí­an las necesidades de las colonias. Preferí­an enviar desde España funcionarios que desconocí­an las necesidades de las colonias.

 

Las principales causas externas fueron:

·                    Las ideas surgidas en Europa, que pregonaban la libertad, la igualdad, la fraternidad y la soberaní­a como principios fundamentales.

·                    La Revolución Francesa (1789-1799), que terminó con desigualdades y privilegios. Se introdujo el principio de que todos los seres humanos son iguales ante la ley.

·                    La invasión napoleónica de España en el año 1808

·                    La carta de Filadelfia, de 1776. En ella se decí­an que los gobiernos tení­an la obligación de garantizar la libertad, la vida y la felicidad de los habitantes; si los gobiernos no cumplí­an esta obligación, las personas podí­an cambiarlas.

 

 

Algunas causas sociales de la independencia.
Las nuevas leyes del rey de España, Las nuevas ideas cientí­ficas divulgadas por libertad de prensa, la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la revolución Francesa causaron gran revuelo en las colonias españolas.

El comercio mejoró pero dividió mís a las clases sociales. Los criollos o españoles nacidos en América reclamaban iguales derechos, y los indios hací­an lo mismo, resentidos por los fuertes impuestos que pagaban.

La iglesia ya no debí­a ligarse al gobierno, los estados debí­an gobernarse por una Constitución y por tres poderes: Legislativo, ejecutivo y judicial. Todos reclamaban el principio de que los seres humanos tienen el mismo derecho a la libertad e igualdad.

 

Causas Económicas de la Independencia.
A
l triunfar la Revolución Francesa, el rey de francia fué ejecutado, siendo pariente del rey de España, no obstante Francia era un paí­s mucho mís poderoso que España y ambos tení­an un rival en común: Inglaterra. A pesar de las profundas diferencias ideológicas entre la España Monírquica y la Francia Revolucionaria, el Rey Carlos IV de España se sintió obligado a buscar la paz con el paí­s vecino y a partir de 1795 firmó una serie de tratados con el gobierno revolucionario francés. Estos tratados llevaron a España a declararle la guerra a Inglaterra en 1796.  La guerra interrumpió el comercio internacional. Entre 1798 y 1802 la cosecha de añil en El Salvador quedó embodegada, por lo cual durante cuatro años no existió ningún tipo de pago de esas exportaciones. Inglaterra para dañar económicamente al Imperio Español, patrocinó ataques de corsarios a la pení­nsula ibérica y sus colonias. El Rey Carlos IV buscó apoyo económico en las colonias para financiar las guerras en Europa, por lo cual implementó dos medidas: las contribuciones patrióticas y la consolidación de deudas de la Iglesia Católica. Las contribuciones patrióticas eran colectas de dinero entre todos los que tení­an algo que aportar, es decir, se las pidieron a todos, hasta personas con salarios modestos como los profesores de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En cuanto a la consolidación de deudas con la Iglesia Católica, ésta a través de sus dependencias (cofradí­as, capellaní­as, conventos, monasterios y escuelas), prestaban mucho dinero a los productores de añil. Y estos tuvieron que pagarlo inmediatamente, viéndose forzados a pedir prestado o rematar sus cosechas a fin de saldar las deudas. Mas de medio millón de pesos salió de la Intendencia de San Salvador de esta forma. Por otra parte una plaga de chapulí­n destruyó las cosechas de 1802 y 1803, el añil de la India y Venezuela comenzó a competir con el añil salvadoreño, por lo cual en esta crisis muchos productores perdieron sus propiedades que pasaron a manos de sus acreedores en Guatemala. De esta forma la poderosa familia guatemalteca de los Aycinena terminó siendo propietaria de grandes haciendas en territorio de la Intendencia de San Salvador. Para aliviar el problema de los exportadores las autoridades coloniales autorizaron el comercio con paí­ses que eran neutrales con respecto a los conflictos europeos, principalmente los Estados Unidos de América. Finalmente las alianzas cambiaron cuando en 1808 las tropas de Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, invadieron España y entonces se permitió el comercio con Inglaterra a partir de ese año.

 

Las principales causas económicas de la independencia de Centroamérica fueron:

·                    El comercio internacional de España se interrumpió durante cuatro años. Las guerras impidieron los negocios.

·                    El añil salvadoreño no producí­a dinero por la suspensión de sus exportaciones a España.

·                    Las fuertes medidas de contribuciones patrióticas y el pago de deudas a la iglesia para financiar las guerras de España.

·                    El chapulí­n acabó con las cosechas.

 

Crisis polí­tica.

La crisis económica de Guatemala (entiéndase en aquel momento toda centroamérica), se debí­a en mayor medida a los problemas polí­ticos de España. Estos se agravaron cuando Napoleón Bonaparte invadió España con sus tropas, envió al exilio al Rey Carlos IV y su hijo Fernando VII y colocó en el trono a su hermano José Bonaparte (a quien los españoles llamaban, Pepe Botella, según éstos por su afición al licor).  Los patriótas españoles se organizaron rípidamente, organizando Juntas Regionales, después una Junta Central con representantes de todas partes de España y luego de las colonias. De tal suerte que España tení­a entonces dos gobiernos, el de Bonaparte y el de la Junta Central que gobernaba en nombre de Fernando VII. En las colonias se buscaron diversas soluciones. En el Virreynato de Villa de La Plata (Argentina), Capitaní­a General de Venezuela, Virreynato de Nueva Granada (Colombia) y el Virreynato de Nueva España (México), se organizarón Juntas para gobernar en nombre del Rey. En la Capitaní­a General de Guatemala (Centroamérica) y el Virreynato del Perú las autoridades coloniales continuaron en control. Guatemala proclamó su lealtad a la Junta Central y siguió enviando contribuciones patrióticas (a partir de 1808 se enviaron a España mís de 1 millón de pesos). Pero a cambio trataron de ejercer mayor influencia y exigieron representación en la Junta Central, buscaron disminuir el poder de las autoridades peninsulares a través de la actividad de los ayuntamientos. La Junta Central convocó a elecciones para las Cortes Generales y cada parte del Reino de Guatemala envió un delegado a las mismas que se reunieron en Cídiz. El delegado de la Intendencia de San Salvador fue el Presbí­tero José Ignacio Avila, quien pidió se estableciera un obispado separado del de Guatemala. Pero habí­a patriotas que querí­an mís autonomí­a. La Intendencia de San Salvador, que habí­a acusado mís estragos con la crisis económica, fue la primera en rebelarse de forma abierta en 1811. Un grupo de criollos se empezó a reunir en San Salvador en la casa de los hermanos Aguilar (Nicolís, Vicente y Manuel). A esas reuniones de conspiración asistí­an también: José Matí­as Delgado, Bernardo y Manuel José Arce, Juan Manuel Rodrí­guez y Pedro Pablo Castillo. Sin embargo el Capitín General, José de Bustamante tení­a espí­as en todo el Reino que estaban enterados de la conspiración, por lo que el Capitín General sacó de San Salvador los fondos del Tesoro Real y del Consulado de Comercio. Los espí­as descubrieron la correspondencia que sostení­an los hermanos Aguilar con los patriotas Nicaragí¼enses, lo que concluyó en el arresto de Don Manuel Aguilar en Guatemala. El 04 de noviembre llegó el correo a San Salvador informando de la orden de arresto, lo que precipitó los acontecimientos. El dí­a siguiente (05) era dí­a de cabildo ordinario y la gente se congregó en la plaza mayor. La muchedumbre era tan hostil que el intendente, Don Antonio Gutiérrez y Ulloa, que se vió obligado a renunciar y Manuel José Arce proclamó ya no hay rey, ni tributos, ni debe prestarse obediencia sino a los alcaldes . Los habitantes de San Salvador fueron los primeros en la Capitaní­a General de Guatemala (Centroamérica) en pedir la independencia. Se eligió un nuevo ayuntamiento presidido por Don Bernardo Arce y se nombró al ministro contador como intendente interino. No obstante del deseo de mayor autonomí­a, todaví­a era difí­cil aceptar la idea de romper todos los lazos con España, por lo que el nuevo ayuntamiento juró gobernar en nombre del Rey Fernando VII, a quien se consideraba el legí­timo Rey de España y no José Bonaparte. Pero la situación todaví­a no era adecuada para un movimiento de independencia y no todos los partidos de la Intendencia apoyaron el movimiento. El movimiento del 05 de noviembre, prematuro y sin el apoyo de las otras partes del Reino,

 

Las razones polí­ticas de la decadencia de España en las colonias fueron:

·                    Las guerras que España tení­a en Europa con Inglaterra y Francia.

·                    Las nuevas ideas pregonaban que las autoridades no tení­an origen divino.

·                    Las colonias de Centroamérica no sabí­an a quién obedecer, porque en España habia dos gobiernos.

·                    Los criollos fueron despojados de sus cargos.

·                    México se declaró independiente en febrero 1821.

·                    San Salvador fue la intendencia que originó el descontento popular en 1811 y 1814.

·                    El ejército español en 1820 se reveló contra el Rey de España al mando del coronel Rafael Riego.

 

 

La Independencia de Centroamérica. Raí­ces y desafí­os
En la reforma española del siglo dieciocho, el Consejo de Indias tuvo muy en cuenta al Reino o Capitaní­a General de Guatemala, pues habí­a una larga frontera que proteger y en algunos casos recuperar, como eran los enclaves de Belice, las Islas de Roatín y la Mosquitia. Incluso existió un intento fallido de convertir la Capitaní­a en un Virreinato, que solicitaba el propio Capitín General Alonso Ferníndez de Heredia en 1761, quien indicaba que …a mi corto entender tiene mís fundamento en este Reino de Guatemala para serlo que el de Santa Fe: porque éste (de Guatemala) se compone de diez y siete provincias y en ellas hay abundancia copiosa de ganado mayor, ingenios de azúcar, posesiones de cacao, añil, bílsamos, resinas apreciables y minerales de hierro (ademís de los de oro y plata) que en los otros Reinos no creo que los haya y resaltaba su desarrollo urbano: …abundante gentí­o, lucido vecindario en muchas ciudades y villas de que se compone y especialmente esta capital (hoy Antigua Guatemala) que excede en templos, calles, fuentes, jardines, multitud de coches, mucha pompa en galas, perlas y joyas, que denotan la sustancia y riqueza que en sí­ encierra .
El Reino de Guatemala en la administración colonial, formalmente pertenecí­a al Virreinato de Nueva España, pero como Audiencia Mayor, con un Presidente Gobernador que dependí­a directamente del Consejo de Indias, órgano superior de la administración colonial. Su territorio se extendí­a en el norte, hasta donde termina el actual estado de Chiapas en México, y en el Sur, hasta donde termina Costa Rica en la frontera con Panamí. Internamente se subdividí­a en gobernaciones, alcaldí­as mayores y corregimientos.
En el momento de la independencia, Centroamérica tení­a alrededor de un millón de habitantes, la mitad de los cuales estaban en las provincias reunidas alrededor de la capital, fenómeno común a todas les regiones americanas. Habí­a una desproporción manifiesta en favor del centro y un sistema económico y comercial discriminatorio, lo que acumulaba resistencias de los provincianos, a lo que se agregaba la degradación urbana que tení­a la nueva capital trasladada al Valle de la Virgen, después de los violentos terremotos de 1773.
Esta situación y las reformas administrativas y polí­ticas de finales del siglo XVIII y principios del XIX, influyeron en la posterior dispersión, que a muchos historiadores sorprende, cuando se compara con otras regiones como México y Colombia. Las nuevas Intendencias sentaron las bases de los futuros estados de Centroímerica, a lo que contribuyó especialmente la creación en la Constitución de Cídiz de las diputaciones provinciales. El territorio se dividió así­: la Provincia de Guatemala, donde estaba la capital; las intendencias de Chiapas, El Salvador, Honduras y Nicaragua; y el gobierno de Costa Rica que dependí­a de la intendencia de Nicaragua. Y la Constitución de Cídiz estableció dos diputaciones provinciales, una en la capital y otra en León de Nicaragua.
Alejada la región centroamericana de las guerras de independencia del Sur y de México, participó con entusiasmo en la constituyente española de Cídiz. Una excelente delegación tiene un papel importante en esta asamblea y los centroamericanos fueron presidentes de las Cortes, Antonio Larrazíbal de Guatemala y Florencio del Castillo de Costa Rica; y Antonio López de la Plata, nicaragí¼ense, Vicepresidente. Pretendieron mantener la unidad de las colonias con la metrópoli, a través de un nuevo arreglo, pero al no ver satisfechas sus pretensiones, regresaron, frustrados y radicalizados, y se abrió paso la opinión en favor de la independencia.
A principios del siglo XIX, se producen los brotes preliminares que desembocaron en los acontecimientos del 15 de septiembre de 1821; la insurrección de San Salvador, en 1811; las dos insurrecciones de Nicaragua en León y Granada del mismo año: la conspiración de Belén en Guatemala en 1813; y el nuevo movimiento de San Salvador en 1814.
El conocimiento en la capital de la proclamación del Plan de Iguala en México, que contení­a las llamadas tres garantí­as: independencia de Nueva España con el establecimiento de una monarquí­a moderada; conservación de la religión católica como única; y unión de americanos y europeos, precipitó los acontecimientos.
El 15 de septiembre de 1821, una junta de notables, convocada por la diputación provincial y el ayuntamiento, a la usanza de la época, se reunió en la capital -lo que hoy es ciudad de Guatemala- y declaró la independencia de España. El panorama que se presentaba era semejante al de otros lugares: una autoridad errítica que habí­a perdido sus ví­nculos con la metrópoli; el alto clero y funcionarios españoles fieles hasta el final a la Corona; y la presión popular por la independencia expresada a través de improvisados tributos emergentes de la clase media. Una excelente elite centroamericana participó en los acontecimientos, entre la cual descollaban los salvadoreños José Matí­as Delgado y Manuel José Arce -el primer presidente de la Federación centroamericana-; Miguel de Larreynaga, distinguido jurista nicaragí¼ense; y el guatemalteco Pedro Molina, director del primer periódico de la región, el Editor Constitucional, que surge al calor de los acontecimientos. Todos graduados de la Universidad de San Carlos de Guatemala fundada en 1676, de las primeras en América después de la de México y el Perú.
La confrontación entre los partidarios y los adversarios de la independencia, es salvada por el hondureño José del Valle, el mejor intelectual de la época, de los mejores ilustrados de la América Española, quien redacta el acta en forma condicional, para permitir que las provincias manifestaron su voluntad. El Acta de Independencia es un documento de transacción. Se declara la independencia, pero sujeta a la condición de que un congreso decidiera en definitiva, una asamblea con representación de todas las provincias; no se hace alteración en las autoridades, incluso el Jefe Polí­tico español Gabino Gaí­nza; pero se crea una Junta Provisional. Se trataba, como Valle apuntó en el Acta de prevenir las consecuencias que serí­an temibles en el caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo… , el que presionaba a la Junta desde las calles aledañas a la reunión. Las mujeres centroamericanas empiezan a participar en asuntos cí­vicos y polí­ticos: Dolores Bedoya, la esposa de Pedro Molina, es una de las precursoras de la presencia de género, una de las activistas mís importantes ese dí­a.
Fue una retirada condicional del grupo dominante, un antí­doto contra proclamaciones radicales, que dejaba abierta la posibilidad de todas las soluciones. El congreso constituyente se reunió finalmente y en 1824, promulgó la Constitución Federal de Centroamérica, que creó la Federación que existió hasta 1839, cuando se inicia la dispersión, fracasando el intento unionista que pretendió mantener la integridad de la estructura colonial en una nueva organización republicana, y se inició la constitución de las pequeñas provincias en estados independientes.
Reiterados intentos de integración han fracasado hasta el presente, mís de veinticinco. Después de la Guerra Nacional Centroamericana, hubo un esfuerzo serio para la reconstrucción de la República. El Presidente Gerardo Barrios de El Salvador, después de la derrota de Walker, decí­a que era el momento de compactarnos para conservar la integridad de nuestro territorio y la paz interior; de otra manera -decí­a- éramos parodias de nación y sus gobiernos parodias ; y en el mismo sentido, Sarmiento desde Argentina, señalaba drísticamente que los centroamericanos habí­amos hecho de cada aldea un estado soberano. Y en esa dramítica coyuntura el presidente de Costa Rica José Marí­a Montealegre hizo un serio intento regional de unificación, que también fracasó.
El mismo José del Valle, redactor del Acta de Independencia, sin conocer los esfuerzos de Bolí­var, propone en su periódico El Amigo de la Patria, en 1822, un proyecto para lograr la reunión de las nuevas naciones americanas. Formado en el espí­ritu reformista de la España dieciochesca, se enfrenta, como otros de su generación, al cambio que produce la independencia, con un espí­ritu supranacional, y realizan esfuerzos por constituir, al romperse la unidad hispínica, una comunidad de naciones hispanoamericanas. Proponí­a, que en Costa Rica o Nicaragua, se formara un Congreso General para fijar las bases de ayuda y desarrollo y formar lo que llamaba un Tratado General de Comercio de todos los Estados . En lo cual, coincidí­a con el ex presidente de Costa Rica Juan Mora, el que afirmó en los avatares de la guerra nacional, que Centroamérica era una comunidad de origen, de intereses y de riesgos.

 

Los hechos que desembocaron en la proclamación de nuestra Independencia y el esfuerzo de las personas que la hicieron posible, así­ como los esfuerzos posteriores para conseguir la unidad de la región, nos presenta una continuidad histórica y los fundamentos sólidos que han tenido los intentos de la unidad, que hoy llamada integración. Todo esto nos invita a reflexionar sobre el presente y el futuro de Centroamérica, que merece y puede lograr un papel mucho mís importante en el concierto de las naciones.

 

 

 

Antecedentes e historia de la indepèndencia de Centroamerica.

Posted by renegarcia on 08 Septiembre, 2006 23:06

Causas de la independencia de Centroamerica.

En este mes en que nos encontramos celebrando el centésimo octogésimo quinto aniversario de nuestra independencia patria, es necesario que como salvadoreños conozcamos parte de nuestra historia, las causas que dieron lugar a nuestra independencia (externas e internas).

En el siguiente artí­culo podrí encontrar informacion que le servirta en el desarrollo de sus clase y tareas escolares.

Prof. René Vidal.

 

ANTECEDENTES DE LA INDEPENDENCIA DE CENTROAMERICA.

 

Los criollos y la gente cercana a ellos estaban cansado de la marginación y desprecio de que eran objeto por parte de los españoles penisulares.

Los criollos tuvieron conocimiento de las nuevas ideas que circulaban en Europa respecto a la no divinidad del poder de los reyes, y a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Conocedores también del malestar de la mayorí­a mestizada, los criollos se lanzaron a la aventura de alcanzar la libertad.

 

En los primeros años del siglo XIX, se empezaron a gestar movimientos insurreccionales en Centroamérica y el resto del continente.

En Centroamérica, el 5 de noviembre de 1811 se inició una revuelta guiada por el padre Matí­as Delgado, que llamó a la insurrección tocando las campanas de la iglesia La Merced. El movimiento fue sofocado por las autoridades, pero ese mismo año estallaron rebeliones en León, Granada y Rivas (Nicaragua)

En San Salvador se dio otro levantamiento, en enero de 1814. Finalmente, se firmó en Guatemala el Acta de Independencia el 15 de septiembre de 1821.

 

Pero antes de que se firmara la Acta de Independencia surgieron muchas causas los cuales dieron origen a la independencia de Centroamérica, causas que pudieron ser internas o externas las cuales se estudiaran poco a poco en este reporte.

 

Para que se diera la independencia, incidieron varias causas, que los historiadores clasifican en externas e internas.

Entre las causas internas estín las siguientes:

·                    El menosprecio de los españoles peninsulares hacia los criollos.

·                    Las desigualdades polí­ticas. Los altos cargos polí­ticos, militares y religiosos estaban reservados para los peninsulares.

·                    El descuido de los gobiernos coloniales en lo social, económico y cultural; no se preocupaban por los habitantes.

·                    La impopularidad de las autoridades. El reino español no empleaba criollos conocidos para que sirigieran el gobierno de las colonias. Preferí­a enviar desde España fucionarios que desconocí­an las necesidades de las colonias. Preferí­an enviar desde España funcionarios que desconocí­an las necesidades de las colonias.

 

Las principales causas externas fueron:

·                    Las ideas surgidas en Europa, que pregonaban la libertad, la igualdad, la fraternidad y la soberaní­a como principios fundamentales.

·                    La Revolución Francesa (1789-1799), que terminó con desigualdades y privilegios. Se introdujo el principio de que todos los seres humanos son iguales ante la ley.

·                    La invasión napoleónica de España en el año 1808

·                    La carta de Filadelfia, de 1776. En ella se decí­an que los gobiernos tení­an la obligación de garantizar la libertad, la vida y la felicidad de los habitantes; si los gobiernos no cumplí­an esta obligación, las personas podí­an cambiarlas.

 

 

Algunas causas sociales de la independencia.
Las nuevas leyes del rey de España, Las nuevas ideas cientí­ficas divulgadas por libertad de prensa, la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica y la revolución Francesa causaron gran revuelo en las colonias españolas.

El comercio mejoró pero dividió mís a las clases sociales. Los criollos o españoles nacidos en América reclamaban iguales derechos, y los indios hací­an lo mismo, resentidos por los fuertes impuestos que pagaban.

La iglesia ya no debí­a ligarse al gobierno, los estados debí­an gobernarse por una Constitución y por tres poderes: Legislativo, ejecutivo y judicial. Todos reclamaban el principio de que los seres humanos tienen el mismo derecho a la libertad e igualdad.

 

Causas Económicas de la Independencia.
A
l triunfar la Revolución Francesa, el rey de francia fué ejecutado, siendo pariente del rey de España, no obstante Francia era un paí­s mucho mís poderoso que España y ambos tení­an un rival en común: Inglaterra. A pesar de las profundas diferencias ideológicas entre la España Monírquica y la Francia Revolucionaria, el Rey Carlos IV de España se sintió obligado a buscar la paz con el paí­s vecino y a partir de 1795 firmó una serie de tratados con el gobierno revolucionario francés. Estos tratados llevaron a España a declararle la guerra a Inglaterra en 1796.  La guerra interrumpió el comercio internacional. Entre 1798 y 1802 la cosecha de añil en El Salvador quedó embodegada, por lo cual durante cuatro años no existió ningún tipo de pago de esas exportaciones. Inglaterra para dañar económicamente al Imperio Español, patrocinó ataques de corsarios a la pení­nsula ibérica y sus colonias. El Rey Carlos IV buscó apoyo económico en las colonias para financiar las guerras en Europa, por lo cual implementó dos medidas: las contribuciones patrióticas y la consolidación de deudas de la Iglesia Católica. Las contribuciones patrióticas eran colectas de dinero entre todos los que tení­an algo que aportar, es decir, se las pidieron a todos, hasta personas con salarios modestos como los profesores de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En cuanto a la consolidación de deudas con la Iglesia Católica, ésta a través de sus dependencias (cofradí­as, capellaní­as, conventos, monasterios y escuelas), prestaban mucho dinero a los productores de añil. Y estos tuvieron que pagarlo inmediatamente, viéndose forzados a pedir prestado o rematar sus cosechas a fin de saldar las deudas. Mas de medio millón de pesos salió de la Intendencia de San Salvador de esta forma. Por otra parte una plaga de chapulí­n destruyó las cosechas de 1802 y 1803, el añil de la India y Venezuela comenzó a competir con el añil salvadoreño, por lo cual en esta crisis muchos productores perdieron sus propiedades que pasaron a manos de sus acreedores en Guatemala. De esta forma la poderosa familia guatemalteca de los Aycinena terminó siendo propietaria de grandes haciendas en territorio de la Intendencia de San Salvador. Para aliviar el problema de los exportadores las autoridades coloniales autorizaron el comercio con paí­ses que eran neutrales con respecto a los conflictos europeos, principalmente los Estados Unidos de América. Finalmente las alianzas cambiaron cuando en 1808 las tropas de Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, invadieron España y entonces se permitió el comercio con Inglaterra a partir de ese año.

 

Las principales causas económicas de la independencia de Centroamérica fueron:

·                    El comercio internacional de España se interrumpió durante cuatro años. Las guerras impidieron los negocios.

·                    El añil salvadoreño no producí­a dinero por la suspensión de sus exportaciones a España.

·                    Las fuertes medidas de contribuciones patrióticas y el pago de deudas a la iglesia para financiar las guerras de España.

·                    El chapulí­n acabó con las cosechas.

 

Crisis polí­tica.

La crisis económica de Guatemala (entiéndase en aquel momento toda centroamérica), se debí­a en mayor medida a los problemas polí­ticos de España. Estos se agravaron cuando Napoleón Bonaparte invadió España con sus tropas, envió al exilio al Rey Carlos IV y su hijo Fernando VII y colocó en el trono a su hermano José Bonaparte (a quien los españoles llamaban, Pepe Botella, según éstos por su afición al licor).  Los patriótas españoles se organizaron rípidamente, organizando Juntas Regionales, después una Junta Central con representantes de todas partes de España y luego de las colonias. De tal suerte que España tení­a entonces dos gobiernos, el de Bonaparte y el de la Junta Central que gobernaba en nombre de Fernando VII. En las colonias se buscaron diversas soluciones. En el Virreynato de Villa de La Plata (Argentina), Capitaní­a General de Venezuela, Virreynato de Nueva Granada (Colombia) y el Virreynato de Nueva España (México), se organizarón Juntas para gobernar en nombre del Rey. En la Capitaní­a General de Guatemala (Centroamérica) y el Virreynato del Perú las autoridades coloniales continuaron en control. Guatemala proclamó su lealtad a la Junta Central y siguió enviando contribuciones patrióticas (a partir de 1808 se enviaron a España mís de 1 millón de pesos). Pero a cambio trataron de ejercer mayor influencia y exigieron representación en la Junta Central, buscaron disminuir el poder de las autoridades peninsulares a través de la actividad de los ayuntamientos. La Junta Central convocó a elecciones para las Cortes Generales y cada parte del Reino de Guatemala envió un delegado a las mismas que se reunieron en Cídiz. El delegado de la Intendencia de San Salvador fue el Presbí­tero José Ignacio Avila, quien pidió se estableciera un obispado separado del de Guatemala. Pero habí­a patriotas que querí­an mís autonomí­a. La Intendencia de San Salvador, que habí­a acusado mís estragos con la crisis económica, fue la primera en rebelarse de forma abierta en 1811. Un grupo de criollos se empezó a reunir en San Salvador en la casa de los hermanos Aguilar (Nicolís, Vicente y Manuel). A esas reuniones de conspiración asistí­an también: José Matí­as Delgado, Bernardo y Manuel José Arce, Juan Manuel Rodrí­guez y Pedro Pablo Castillo. Sin embargo el Capitín General, José de Bustamante tení­a espí­as en todo el Reino que estaban enterados de la conspiración, por lo que el Capitín General sacó de San Salvador los fondos del Tesoro Real y del Consulado de Comercio. Los espí­as descubrieron la correspondencia que sostení­an los hermanos Aguilar con los patriotas Nicaragí¼enses, lo que concluyó en el arresto de Don Manuel Aguilar en Guatemala. El 04 de noviembre llegó el correo a San Salvador informando de la orden de arresto, lo que precipitó los acontecimientos. El dí­a siguiente (05) era dí­a de cabildo ordinario y la gente se congregó en la plaza mayor. La muchedumbre era tan hostil que el intendente, Don Antonio Gutiérrez y Ulloa, que se vió obligado a renunciar y Manuel José Arce proclamó ya no hay rey, ni tributos, ni debe prestarse obediencia sino a los alcaldes . Los habitantes de San Salvador fueron los primeros en la Capitaní­a General de Guatemala (Centroamérica) en pedir la independencia. Se eligió un nuevo ayuntamiento presidido por Don Bernardo Arce y se nombró al ministro contador como intendente interino. No obstante del deseo de mayor autonomí­a, todaví­a era difí­cil aceptar la idea de romper todos los lazos con España, por lo que el nuevo ayuntamiento juró gobernar en nombre del Rey Fernando VII, a quien se consideraba el legí­timo Rey de España y no José Bonaparte. Pero la situación todaví­a no era adecuada para un movimiento de independencia y no todos los partidos de la Intendencia apoyaron el movimiento. El movimiento del 05 de noviembre, prematuro y sin el apoyo de las otras partes del Reino,

 

Las razones polí­ticas de la decadencia de España en las colonias fueron:

·                    Las guerras que España tení­a en Europa con Inglaterra y Francia.

·                    Las nuevas ideas pregonaban que las autoridades no tení­an origen divino.

·                    Las colonias de Centroamérica no sabí­an a quién obedecer, porque en España habia dos gobiernos.

·                    Los criollos fueron despojados de sus cargos.

·                    México se declaró independiente en febrero 1821.

·                    San Salvador fue la intendencia que originó el descontento popular en 1811 y 1814.

·                    El ejército español en 1820 se reveló contra el Rey de España al mando del coronel Rafael Riego.

 

 

La Independencia de Centroamérica. Raí­ces y desafí­os
En la reforma española del siglo dieciocho, el Consejo de Indias tuvo muy en cuenta al Reino o Capitaní­a General de Guatemala, pues habí­a una larga frontera que proteger y en algunos casos recuperar, como eran los enclaves de Belice, las Islas de Roatín y la Mosquitia. Incluso existió un intento fallido de convertir la Capitaní­a en un Virreinato, que solicitaba el propio Capitín General Alonso Ferníndez de Heredia en 1761, quien indicaba que …a mi corto entender tiene mís fundamento en este Reino de Guatemala para serlo que el de Santa Fe: porque éste (de Guatemala) se compone de diez y siete provincias y en ellas hay abundancia copiosa de ganado mayor, ingenios de azúcar, posesiones de cacao, añil, bílsamos, resinas apreciables y minerales de hierro (ademís de los de oro y plata) que en los otros Reinos no creo que los haya y resaltaba su desarrollo urbano: …abundante gentí­o, lucido vecindario en muchas ciudades y villas de que se compone y especialmente esta capital (hoy Antigua Guatemala) que excede en templos, calles, fuentes, jardines, multitud de coches, mucha pompa en galas, perlas y joyas, que denotan la sustancia y riqueza que en sí­ encierra .
El Reino de Guatemala en la administración colonial, formalmente pertenecí­a al Virreinato de Nueva España, pero como Audiencia Mayor, con un Presidente Gobernador que dependí­a directamente del Consejo de Indias, órgano superior de la administración colonial. Su territorio se extendí­a en el norte, hasta donde termina el actual estado de Chiapas en México, y en el Sur, hasta donde termina Costa Rica en la frontera con Panamí. Internamente se subdividí­a en gobernaciones, alcaldí­as mayores y corregimientos.
En el momento de la independencia, Centroamérica tení­a alrededor de un millón de habitantes, la mitad de los cuales estaban en las provincias reunidas alrededor de la capital, fenómeno común a todas les regiones americanas. Habí­a una desproporción manifiesta en favor del centro y un sistema económico y comercial discriminatorio, lo que acumulaba resistencias de los provincianos, a lo que se agregaba la degradación urbana que tení­a la nueva capital trasladada al Valle de la Virgen, después de los violentos terremotos de 1773.
Esta situación y las reformas administrativas y polí­ticas de finales del siglo XVIII y principios del XIX, influyeron en la posterior dispersión, que a muchos historiadores sorprende, cuando se compara con otras regiones como México y Colombia. Las nuevas Intendencias sentaron las bases de los futuros estados de Centroímerica, a lo que contribuyó especialmente la creación en la Constitución de Cídiz de las diputaciones provinciales. El territorio se dividió así­: la Provincia de Guatemala, donde estaba la capital; las intendencias de Chiapas, El Salvador, Honduras y Nicaragua; y el gobierno de Costa Rica que dependí­a de la intendencia de Nicaragua. Y la Constitución de Cídiz estableció dos diputaciones provinciales, una en la capital y otra en León de Nicaragua.
Alejada la región centroamericana de las guerras de independencia del Sur y de México, participó con entusiasmo en la constituyente española de Cídiz. Una excelente delegación tiene un papel importante en esta asamblea y los centroamericanos fueron presidentes de las Cortes, Antonio Larrazíbal de Guatemala y Florencio del Castillo de Costa Rica; y Antonio López de la Plata, nicaragí¼ense, Vicepresidente. Pretendieron mantener la unidad de las colonias con la metrópoli, a través de un nuevo arreglo, pero al no ver satisfechas sus pretensiones, regresaron, frustrados y radicalizados, y se abrió paso la opinión en favor de la independencia.
A principios del siglo XIX, se producen los brotes preliminares que desembocaron en los acontecimientos del 15 de septiembre de 1821; la insurrección de San Salvador, en 1811; las dos insurrecciones de Nicaragua en León y Granada del mismo año: la conspiración de Belén en Guatemala en 1813; y el nuevo movimiento de San Salvador en 1814.
El conocimiento en la capital de la proclamación del Plan de Iguala en México, que contení­a las llamadas tres garantí­as: independencia de Nueva España con el establecimiento de una monarquí­a moderada; conservación de la religión católica como única; y unión de americanos y europeos, precipitó los acontecimientos.
El 15 de septiembre de 1821, una junta de notables, convocada por la diputación provincial y el ayuntamiento, a la usanza de la época, se reunió en la capital -lo que hoy es ciudad de Guatemala- y declaró la independencia de España. El panorama que se presentaba era semejante al de otros lugares: una autoridad errítica que habí­a perdido sus ví­nculos con la metrópoli; el alto clero y funcionarios españoles fieles hasta el final a la Corona; y la presión popular por la independencia expresada a través de improvisados tributos emergentes de la clase media. Una excelente elite centroamericana participó en los acontecimientos, entre la cual descollaban los salvadoreños José Matí­as Delgado y Manuel José Arce -el primer presidente de la Federación centroamericana-; Miguel de Larreynaga, distinguido jurista nicaragí¼ense; y el guatemalteco Pedro Molina, director del primer periódico de la región, el Editor Constitucional, que surge al calor de los acontecimientos. Todos graduados de la Universidad de San Carlos de Guatemala fundada en 1676, de las primeras en América después de la de México y el Perú.
La confrontación entre los partidarios y los adversarios de la independencia, es salvada por el hondureño José del Valle, el mejor intelectual de la época, de los mejores ilustrados de la América Española, quien redacta el acta en forma condicional, para permitir que las provincias manifestaron su voluntad. El Acta de Independencia es un documento de transacción. Se declara la independencia, pero sujeta a la condición de que un congreso decidiera en definitiva, una asamblea con representación de todas las provincias; no se hace alteración en las autoridades, incluso el Jefe Polí­tico español Gabino Gaí­nza; pero se crea una Junta Provisional. Se trataba, como Valle apuntó en el Acta de prevenir las consecuencias que serí­an temibles en el caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo… , el que presionaba a la Junta desde las calles aledañas a la reunión. Las mujeres centroamericanas empiezan a participar en asuntos cí­vicos y polí­ticos: Dolores Bedoya, la esposa de Pedro Molina, es una de las precursoras de la presencia de género, una de las activistas mís importantes ese dí­a.
Fue una retirada condicional del grupo dominante, un antí­doto contra proclamaciones radicales, que dejaba abierta la posibilidad de todas las soluciones. El congreso constituyente se reunió finalmente y en 1824, promulgó la Constitución Federal de Centroamérica, que creó la Federación que existió hasta 1839, cuando se inicia la dispersión, fracasando el intento unionista que pretendió mantener la integridad de la estructura colonial en una nueva organización republicana, y se inició la constitución de las pequeñas provincias en estados independientes.
Reiterados intentos de integración han fracasado hasta el presente, mís de veinticinco. Después de la Guerra Nacional Centroamericana, hubo un esfuerzo serio para la reconstrucción de la República. El Presidente Gerardo Barrios de El Salvador, después de la derrota de Walker, decí­a que era el momento de compactarnos para conservar la integridad de nuestro territorio y la paz interior; de otra manera -decí­a- éramos parodias de nación y sus gobiernos parodias ; y en el mismo sentido, Sarmiento desde Argentina, señalaba drísticamente que los centroamericanos habí­amos hecho de cada aldea un estado soberano. Y en esa dramítica coyuntura el presidente de Costa Rica José Marí­a Montealegre hizo un serio intento regional de unificación, que también fracasó.
El mismo José del Valle, redactor del Acta de Independencia, sin conocer los esfuerzos de Bolí­var, propone en su periódico El Amigo de la Patria, en 1822, un proyecto para lograr la reunión de las nuevas naciones americanas. Formado en el espí­ritu reformista de la España dieciochesca, se enfrenta, como otros de su generación, al cambio que produce la independencia, con un espí­ritu supranacional, y realizan esfuerzos por constituir, al romperse la unidad hispínica, una comunidad de naciones hispanoamericanas. Proponí­a, que en Costa Rica o Nicaragua, se formara un Congreso General para fijar las bases de ayuda y desarrollo y formar lo que llamaba un Tratado General de Comercio de todos los Estados . En lo cual, coincidí­a con el ex presidente de Costa Rica Juan Mora, el que afirmó en los avatares de la guerra nacional, que Centroamérica era una comunidad de origen, de intereses y de riesgos.

 

Los hechos que desembocaron en la proclamación de nuestra Independencia y el esfuerzo de las personas que la hicieron posible, así­ como los esfuerzos posteriores para conseguir la unidad de la región, nos presenta una continuidad histórica y los fundamentos sólidos que han tenido los intentos de la unidad, que hoy llamada integración. Todo esto nos invita a reflexionar sobre el presente y el futuro de Centroamérica, que merece y puede lograr un papel mucho mís importante en el concierto de las naciones.

 

 

 

Analisis de casos sobre la virginidad.

Posted by renegarcia on 07 Septiembre, 2006 21:21

Compañeros /as:

Una forma facil, practica, entretenida y educativa de abordar algunos temas sobre la adolescencia, sexualidad, virginidad, etc, es por medio de analisis de casos.

Enví­o un modelo de caso para que lo aplique se gun su realidad educativa, grado o edades de sus estudiantes.

Prof, Rene Vidal.

 

LA VIRGINIDAD

 

Cierto dí­a, Roberto platico con su amigo Juan.

Entre otras cosas le contó que  va a casarse con Isabel.

Juan  lo felicito y le dijo que va muy bien porque a esa muchacha ningún hombre la a tocado en su vida y que el jamís se casarí­a con alguien que no estuviera virgen.

También le dijo que  el esposo debe ser el primero pues la mujer que no es virgen no merece casarse.

ANALISIS

1-     ¿Estín de acuerdo con las opiniones de Juan?

2-     ¿ Cómo se valora mís a una mujer por su virginidad o por los 

        valores que como persona tiene?

3-     ¿ a qué se debe que los hombres le dan tanta importancia a la 

               virginidad?

     4- ¿ Qué opinión tienes de la virginidad?

 

 

 

 

Video del sistema solar

Posted by renegarcia on 06 Septiembre, 2006 17:08

Admire las maravillas de nuestro sistema solar,con sus misterios y asombrosas imagenes.

Descargue archivo adjunto.

Prof: René Vidal.

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