acontecimientos historicos, el levantamiento armado del año 1932 y la guerra con Honduras

Posted by renegarcia on 20 Julio, 2006 21:30

Insurreccion del año 1932

En el año 1932, Farabundo Martí­ creó el partido Socialista Centroamericano y lideró una sublevación campesina. Los militares respondieron con La Matanza en la que murieron cerca de treinta mil personas. Martí­ fue hecho preso y ejecutado. Ya tenemos a un mírtir.

En 1932 el entonces presidente General Maximiliano Herníndez Martí­nez, llegado al poder por un golpe de estado en 1930, reprimió con el ejército una sublevación de campesinos e indí­genas en el occidente del paí­s, provocando mís de 30,000 ví­ctimas mortales. El suceso se ha dado a conocer en El Salvador como la matanza comunista de 1932, culpando de los hechos al naciente Partido Comunista, y a uno de los lí­deres de la revuelta, Agustí­n Farabundo Martí­. Este perí­odo marcó el inicio de una serie de dictaduras militares en El Salvador, que finalizarí­an el 1979 con el golpe de Estado al General Romero, del partido PCN.

La insurrección de 1932, dirigida por el Partido Comunista, y la subsecuente masacre perpetrada por el ejército con un saldo de aproximadamente 30 mil ví­ctimas. Hecho considerado por Dalton como el parteaguas de El Salvador contemporíneo, en su recuento este momento trígico y brutal que signó la imposición definitiva del orden oligírquico sale del olvido para prefigurar, y profetizar, un futuro inmediato de guerra y genocidio

Aquel año, El Salvador presenta una administración corrupta, una sociedad en crisis, un pueblo descontento y una economí­a casi en quiebra, derivada de los bajos precios internacionales del café y de los efectos de la Gran Depresión estadounidense de 1929. El 2 de diciembre de 1931, el corrupto e incapaz régimen del Partido Laborista, encabezado por el ingeniero Araujo, fue derrocado para asumir la presidencia el dictador Maximiliano Herníndez Martí­nez, quien lo detentarí por espacio de trece años, hasta mayo de 1944.

Los comicios fraudulentos de enero del ’32 fueron el factor detonante del estallido social. Varios sitios de votación fueron suspendidos en poblaciones en las que el Partido Comunista tení­a fuerte presencia. La insurrección comenzaba.

Los dí­as 18 y 19 se produjeron frustrados asaltos al Cuartel de Caballerí­a por las fuerzas insurrectas. El gobierno decreta el Estado de Sitio y la ley marcial. Se implanta la censura estricta en la prensa.

Los siguientes dí­as los alzamientos y combates se suceden en todo El Salvador. Miles de campesinos, obreros y trabajadores, portando machetes y algunos pocos fusiles “Mauser” asaltan cuarteles, guarniciones policiales, oficinas municipales, telégrafos, almacenes y fincas de terratenientes.

Las “tartamudas” del Ejército y la Guardia Nacional no se hacen esperar. Entre los dí­as 24 y 25, las fuerzas militares gubernamentales entran en Nahuizalco, Juayúa, Ahuachapín y Tacuba. Mientras tanto, los norteamericanos e ingleses movilizaban buques de guerra para prestar apoyo al general Herníndez Martí­nez; proponiéndole un desembarco de tropas en La Libertad para ayudar en la represión. Con toda la soberbia del dictador sanguinario, Herníndez Martí­nez, una vez que se cerciora del éxito de las “Operaciones de Pacificación”, envia a los almirantes yanquis e ingleses un telegrama que con el siguiente texto:
“En saludo a honorables comandantes declaramos situación absolutamente dominada fuerzas gobierno El Salvador. Garantizadas vidas propiedades ciudadanos extranjeros acogidos y respetuosos leyes de la República. La paz estí establecida en El Salvador. Ofensiva comunista deshechada sus formidables núcleos dispersos. Hasta hoy cuarto dí­a de operaciones estín liquidados cuatro mil ochocientos comunistas”.

La insurrección habí­a sido barrida a sangre y fuego. El 31 de enero, un consejo de guerra presidido por el general Manuel Antonio Castañeda juzgó y condenó a Agustí­n Farabundo Martí­ y a los lí­deres estudiantiles Alfonso Luna Calderón y Mario Zapata a morir fusilados en el Cementerio General de San Salvador, previo traslado desde sus celdas en la Penitenciarí­a Central. Allí­ cayeron, bajo las balas asesinas del pelotón de fusilamiento, con la dignidad de los héroes revolucionarios, Farabundo Martí­ y sus compañeros.

 

 Guerra de las 100 horas

 

Entre los goles y las balas

35 años después, La Guerra de las Cien Horas, o “la guerra del fútbol”, quedó en los libros de historia y en la memoria de los que la vivieron, quienes en muchas ocasiones aún desconocen la razón de la confrontación de dos paí­ses hermanos.


Cuando Pipo Rodrí­guez corrió tras el balón en dirección al arco hondureño bajo la lluvia azteca de ese 27 de junio de 1969, nunca imaginó que su gol pasarí­a a la historia. No sólo porque hizo que El Salvador diera un paso mís rumbo al mundial México 70, sino porque se recordarí­a la justa deportiva como pretexto para nombrar la guerra que el Ejército salvadoreño libró con el Ejército hondureño, del 14 al 18 de julio de 1969.

Era un año especial. La humanidad se admiraba ante la posibilidad de que un humano caminara en la Luna; continuaba el gélido clima de la Guerra Frí­a; Vietnam atraí­a la atención mundial; el movimiento hippie estaba en su apogeo; en Latinoamérica, el régimen polí­tico por excelencia eran las dictaduras militares y brotaban los movimientos guerrilleros por doquier.

En medio del panorama, una noticia etiquetada como “la guerra del fútbol” acaparó el interés mundial.

El Salvador y Honduras, dos pequeñas naciones, comenzaron la última guerra entre paí­ses centroamericanos. Fue la décimotercera para El Salvador desde 1929 y la tercera contra Honduras.

El conflicto duró cien horas, por lo cual es conocido como la Guerra de las Cien Horas, y dejó un saldo de seis mil muertos aproximadamente y una tensa situación con Honduras desde entonces.

El fútbol no tuvo la culpa

Treinta y cuatro años después, la confrontación sigue siendo conocida a escala mundial con el encubridor nombre de “la guerra del fútbol”.

Se supone que tal nombre provino de alguna agencia de prensa mexicana. Para algunos historiadores es un tí­tulo simplemente ridí­culo.

Ryzard Kapucinsky, periodista polaco, tituló así­ un reportaje sobre el hecho y un libro que reúne despachos de guerras.

Sin embargo, acepta que “era una buena forma de llamar la atención del público. Yo di este tí­tulo para llamar la atención sobre la palabra fútbol, porque, para mí­, no es sólo un juego... tiene otros sentidos y connotaciones de patriotismo y nacionalismo”, dijo el periodista este año al periódico digital salvadoreño “El Faro”.

De hecho, en ambos paí­ses se vivió un nacionalismo exacerbado que se delata desde las canciones ofensivas, los arengas como “Hondureño, toma un leño y mata a un salvadoreño” y el tono nacionalista de las notas de prensa de la época en los periódicos nacionales.

Para Rodrí­guez, el autor de aquel histórico gol, es un calificativo injusto para el deporte rey, “porque no tení­a nada que ver” nada mís que coincidir con situaciones polí­tico-económicas de ambos paí­ses.

 

 

 

 

Los antecedentes

Factores internos de dos de las naciones mís similares de Centroamérica incrementaron la posibilidad de un enfrentamiento.

Desde mucho antes de la década de 1960, El Salvador, el paí­s mís pequeño del istmo, con una gran densidad demogrífica (3 millones 300 mil habitantes en ese tiempo), enfrentaba el histórico problema de la tierra y la industria no podí­a absorber la población desempleada.

Honduras por su parte –con 112 mil 88 kilómetros cuadrados y apenas 2 millones de habitantes para ese entonces– se antojaba como un paraí­so laboral, por lo cual miles de salvadoreños cruzaron la frontera.

La presidencia del coronel Oswaldo López Arellano en Honduras enfrentaba falta de inversión pública, presión por aplicar la reforma agraria.

La captura de 45 soldados salvadoreños con dos camiones cargados de armamento (supuestamente destinado a apoyar un movimiento contrario a Arellano) en 1967 tensó mís la relaciones entre los dos paí­ses “por un lí­mite fronterizo mal definido, un flujo migratorio constante de salvadoreños hacia Honduras y un sentimiento cada vez mís general que El Salvador se aprovecha de Honduras en sus relaciones comerciales”, cita LA PRENSA GRíFICA en la sexta edición de Enfoques del Siglo el 25 de junio de 1999.

Ademís de los enfrentamientos militares fronterizos, los partidos de fútbol, los desalojos de salvadoreños en Honduras con la aplicación de la reforma agraria en abril de 1969 (en la cual estaban excluidos los extranjeros) y la falta de éxito en las relaciones diplomíticas, el entonces presidente de El Salvador, Fidel Sínchez Herníndez, acusa a Honduras de violar los derechos humanos de los inmigrantes y decide buscar una salida militar rípida invadiendo Honduras a partir del 14 de julio.

 

 

 

Information and Links

Join the fray by commenting, tracking what others have to say, or linking to it from your blog.