Por: Briseida Barrantes

Socióloga

El siglo XIX estuvo plagado de grandes luchas reivindicativas por mejoras salariales y reducción del tiempo de trabajo. Las mujeres no escaparon de ser protagonistas de grandes manifestaciones y enfrentamientos por una mejor condición social.

Así tenemos que el 8 de marzo de 1857, las trabajadoras textiles de Nueva York, organizaron una huelga que se hizo sentir en las calles neoyorquinas por la disminución de la jornada laboral y una justa remuneración en condiciones dignas.

Luego en 1908, alrededor de 129 obreras que se manifestaban por justicia laboral en igualdad de derechos y mejores condiciones a sus reclamos, fueron prácticamente incineradas vivas dentro de la fábrica textil en New York, en donde se habían concentrado.

En 1909, la socialista alemana Clara Zetkin, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, realizada en Copenaghe, Dinamarca, hizo la propuesta de que, a partir de este momento en adelante, el 8 de Marzo de cada a;o, se celebrara el Día Internacional de la Mujer, en homenaje póstumo a estas obreras que ofrendaron sus vidas por el derecho al trabajo en condiciones dignas y con justicia laboral. Y así, a partir del año siguiente, mujeres y hombres empezaron a conmemorar esta insigne fecha.

Esta acción se convirtió en un homenaje permanente, a través de las diferentes luchas que las mujeres de todo el mundo asumieron y libraron por la igualdad de derechos.

Cada a;o mayor cantidad de países, mujeres y hombres asumieron como suya la fecha clásica del 8 de marzo; y no es sino hasta 1952 cuando las Naciones Unidas lo proclama y lo institucionaliza.

Hoy, esta fecha nos obliga a recordar a todas las obreras que murieron y que lucharon para que nosotras las mujeres de este siglo, hayamos obtenido conquistas y logros que ninguna de ellas pudo disfrutar. Pero también, sabiendo que no son suficientes; porque pese a ello, aun no logramos la igualdad real, la cotidiana, la del mundo doméstico y a veces oculto. Pero también publico porque la sociedad patriarcal aún subsiste y se hace sentir lo inequitativo de las condiciones en que nos desenvolvemos, la desigualdad salarial, la no aplicación de los derechos constituidos; sobre todo en el mundo laboral, por lo que murieron las obreras mártires de 1908.

Seria largo de enumerar lo que todavía nos falta alcanzar, sin embargo, el espíritu de lo justo y la igualdad real se mantiene como bandera de quienes confiamos en que lo podremos alcanzar.