«ARRODILLADO»...ANALISIS DE CASO.
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Ocurrió durante la guerra de Vietnam. Un piloto norteamericano tenÃÂa la misión de bombardear posiciones enemigas. Al acercarse al objetivo, una densa niebla le hizo perder visibilidad. Aun peor, las baterÃÂas antiaéreas de defensa abrieron fuego contra su avión. Las balas pasaban zumbando muy cerca de su aparato. Pedazos de proyectiles volaban en todas direcciones, y el avión recibió varios impactos. Uno de los proyectiles penetró en uno de los tanques de gasolina, que comenzó a perder combustible. La situación del piloto se hacÃÂa cada momento mÃs peligrosa. SabÃÂa que ese pudiera ser su último vuelo. Para añadirle mÃs pavor a la escena, el piloto habÃÂa perdido contacto con la torre de control de su base. En el momento en que el aviador logró hacer contacto con la torre, escuchó el siguiente mensaje: «DÃÂganos cuÃl es su posición.» El piloto, mÃs atento a su supervivencia que a los objetivos de la guerra, y pensando mÃs en su actitud que en su posición fÃÂsica, contestó: «Arrodillado.» Fue una especie de confesión, pero con eso describió su mÃs ÃÂntimo sentimiento. La palabra «arrodillado» es una expresión conmovedora. Expresa necesidad. Expresa contrición. Expresa humildad. Expresa sometimiento. Hay momentos en nuestra vida en que la mejor posición que podemos asumir es la de estar de rodillas. En momentos de crisis, de dolor, de temores y de angustias lo mejor que podemos hacer es doblar nuestras rodillas y buscar humildemente la ayuda y el sustento de Dios, divino Creador y Salvador. No hay nadie que pueda soportar solo la carga de la vida. Todos necesitamos la fuerza sobrenatural que viene únicamente de Dios, fuerza que recibimos mediante la oración. Aun los grandes hombres que gobiernan las naciones, junto con los que hacen gala de ateÃÂsmo, cuando la carga se les hace demasiado pesada, en lo secreto de su alcoba hunden el rostro en la almohada y claman a ese Dios que desdeñan en los lugares públicos. La oración no es acción de almas débiles sino de almas fuertes que buscan la dirección de alguien mÃs fuerte que ellas. Quizà necesitemos la ayuda de alguien mÃs fuerte. Dispongamos el corazón y abramos nuestros labios y clamemos a Dios. Él vendrà en nuestra ayuda. En ese momento difÃÂcil de nuestra vida, clamemos al Señor. Él nos escucharà |
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