Calidad educativa
Mala Calidad de la educación salvadoreña
En primer lugar, la mala calidad de la educación es considerada una enfermedad bastante avanzada que tiene sus orígenes en los resultados de las guerras. Según un artículo de El Faro (07/07/10), “es importante reconocer que los problemas de la calidad de la enseñanza tienen antecedentes históricos, por ejemplo, el cierre de las escuelas normales en medio de la crisis que vivía el país en la década de 1980”[1]. En nuestro país, la educación nunca ha sido una prioridad, y se invierte en cosas que no permiten tener un desarrollo significativo. En los últimos años “el gobierno salvadoreño ha invertido más en el rubro de seguridad en vez de aportar más a lo primordial en una sociedad: la educación”. Como resultado de esto tenemos que muchos docentes no están capacitados para brindar una buena educación y, por lo tanto, la población estudiantil no aprende mucho.
Los efectos de la mala calidad de la educación son muy graves. Tanto el gobierno como el MINED no proporcionan a la población los recursos necesarios para una buena escolarización. Todo esto tiene “repercusión en el desarrollo social y económico, ya que el sistema educativo no provee a los estudiantes los instrumentos para el desarrollo de competencias y la investigación”[2]. A nivel nacional muchas escuelas carecen de buena infraestructura, docentes comprometidos con el proceso enseñanza – aprendizaje, y recursos didácticos. Por lo tanto, no se pueden esperar buenos resultados en distintas pruebas como la PAES, todavía no se pasa de una nota de 5. Nuestro sistema educativo es muy débil y está afectando a muchas zonas, principalmente a la rural.
Algo muy lamentable es que muchas de las zonas rurales son las que acarrean con el peso de la poca inversión en la educación, de la desigualdad existente, y de la irresponsabilidad y falta de compromiso de la cúspide política para con las necesidades educativas del pueblo. Recientes informes afirman que “en la zona urbana los niveles educativos de lugares como San Salvador, Santa Tecla, Antiguo Cuscatlán y otros, han progresado en gran forma. Por el contrario, algunas zonas rurales de Sonsonete, La Libertad, Ahuachapán y otras, aún cuentan con escuelas que poseen escasos recursos económicos, humanos, infraestructurales, didácticos, etc.”[3] Esto da lugar a que la niñez y la adolescencia no se puedan asegurar un futuro digno y mejor. En conclusión, mientras no se invierta más en educación, nuestra crisis será mayor.
[2] Ibid., p. 54